Niños y niñas de Ucrania han tenido que emprender la huida acompañados de sus madres, a cuatro días de que ocurrió la invasión rusa a su territorio. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), son al menos 400 mil refugiados y el flujo sigue aumentando.
La mayoría de ellos se dirigen hacia a Polonia, Moldavia, Hungría, Rumania y Eslovaquia y varios de los refugiados llevan viajando más de dos días, mientras los menores de edad deben hacer enormes filas que alcanzan los 15 kilómetros de largo para cruzar la frontera, junto a sus madres.
Durante el sábado pasado llegaron a Rumania más de 150 mil ucranianos quienes cruzaron la frontera. Y el número aumenta a cada hora. Mujeres con hijos e hijas, así como ancianos. A los ucranianos de entre 18 y 60 años de edad se les ordenó permanecer para luchar por su país.
Olga tiene 36 años de edad. Junto a sus tres hijos, es una de los miles de personas que cruzaron el río Danubio para llegar a Rumania con el fin de ponerse a salvo. Cuenta que otras refugiadas con niños y niñas, lograron llegar hasta Polonia en tren, automóvil e incluso a pie.
“Mi esposo vino conmigo hasta la frontera y después volvió a Kiev, Ucrania, para pelear”.
Olga, refugiada ucraniana
Niños y niñas de Ucrania auxiliados por voluntarios de Polonia
Emocionada hasta las lágrimas, Katarzyna Janinska, de 25 años, tiende una gruesa chaqueta a un niño ucraniano. Relata que los refugiados entran a Polonia por el paso fronterizo de Medyka y algunos llegaron sin absolutamente nada o solo con una bolsa de mano.
“Al huir, no tuvieron tiempo de llevarse lo que fuera con ellos. Algunos están heridos, necesitan de todo. Es una tragedia inimaginable”.
Katarzyna Janinska, voluntaria
A su alrededor hay decenas de grandes bolsas de plástico, colocadas en el suelo, llenas de ropa que distribuye a niños y niñas ucranianos. Katarzyna Janinska es una de los miles de voluntarios polacos o ucranianos que sin dudar ayudan a los refugiados.
En Medyka, el flujo de llegadas parece interminable, compuesto en su mayoría de mujeres y de sus hijos que llegan a Polonia, miembro de la Unión Europea y de la OTAN, después de decenas de horas esperando en el lado ucraniano de la frontera.
Ropa, pañales y alimento para niños y niñas ucranianos
Con temperaturas bajo cero por la noche, los niños y niñas ucranianos que han llegado a Rumania necesitan sobre todo ropa, abrigos, gorros, guantes o pañales. Los voluntarios polacos, muy solidarios, les ofrecen comida, té, ropa y transporte de forma gratuita. También distribuyen juguetes.
En toda Polonia, la población se organiza en redes sociales. Recauda dinero y medicamentos para los niños, niñas y mujeres. Les ofrecen alojamiento, comida, trabajo o transporte gratuito para toda Polonia, pero también a Berlín, Hamburgo, ciudades de Estonia, Suecia y otros países.
“Wroclaw, 4 plazas” señala un cartel de cartón en manos de un hombre que ofrece transporte hacia esta ciudad en la otra punta del país, en el suroeste, a más de 500 kilómetros de Medyka.
“Esta mañana he tomado mi coche, he llenado el depósito y he venido hasta aquí. No lo he reflexionado mucho, ha sido un gesto natural, solo para ayudar a la gente”.
Michal Swieczkowski, economista de 40 años
Padre se despide de sus hijos en frontera con Hungría
Un padre ucraniano, al no poder salir del país, tuvo que entregar sus dos hijos a una mujer desconocida para que los ayudara a cruzar la frontera. Nataliya Ableyeva conoció a este hombre desesperado, de 38 años de edad, en la frontera de Ucrania con Hungría.
“Su padre simplemente me entregó a los dos niños y confió en mí, dándome sus pasaportes para traerlos”.
Nataliya Ableyeva
Nataliya Ableyeva tiene 58 años. Recibió de los brazos del joven –a quien conoció hace apenas unas horas— a los dos niños. El hombre ucraniano le dice que su esposa se dirige desde Italia para reunirse con ambos menores y así llevarlos a un lugar seguro.
El hombre le dio a Nataliya Ableyeva el número de teléfono móvil de la madre y se despidió de sus hijos, envueltos contra el frío en gruesas chaquetas y sombreros. Ableyeva tuvo que dejar a sus dos hijos adultos en Ucrania. Uno es policía y el otro enfermero. Ninguno de los dos pudo salir de Ucrania porque ahora se enlistaron en el Ejército para defender a su país.