Desde el inicio de las campañas de vacunación contra coronavirus (COVID-19), se han notificado casos de personas en algunos países que murieron poco después de recibir la inyección, pero estas muertes, muy escasas, no se atribuyen por el momento a la vacuna.
La semana pasada, Noruega informó de 33 muertes de personas mayores a las que se inoculó la vacuna de Pfizer/BioNTech. Hasta ese momento, se había vacunado a 20 mil residentes en centros de ancianos.
Al menos 13 de los fallecidos, cuyo perfil se examinó de cerca, no solo eran “muy mayores” sino también “frágiles” y con “graves enfermedades“, precisó la agencia del medicamento.
Efectos secundarios de vacuna COVID-19 no son graves
La autoridad sanitaria planteó como hipótesis que los efectos secundarios de la vacuna contra COVID-19 como fiebre o náuseas, que no son graves para un paciente sano, habrían contribuido a un “desenlace fatal en algunos pacientes frágiles”.
Fuera de Noruega, estas declaraciones causaron cierto revuelo y se utilizaron a menudo para alimentar el discurso antivacunas, hasta el punto de que las autoridades noruegas han tenido que insistir en que no hay relación causal.
En Francia, el 22 de enero, la agencia del medicamento señaló la muerte de nueve “personas mayores” en centros de ancianos o de dependientes, “todas ellas con enfermedades crónicas o un fuerte tratamiento”. Hasta entonces, se vacunaron a 800 mil.
Otros ejemplos similares son la muerte de 13 personas mayores en Suecia y de siete en Islandia. Las autoridades sanitarias de ambos países tampoco establecieron una relación causal con la vacuna contra COVID-19.
En Portugal, la autopsia de una trabajadora sanitaria que murió dos días después de vacunarse tampoco arrojó ningún “vínculo directo con la vacuna contra el COVID-19“.
Sin vínculos, pero con vigilancia
Por ahora, “no se atribuyó ninguna muerte de una persona mayor a la vacuna de (Pfizer/BioNTech)”, resumió el 18 de enero la Agencia Europea de Medicamentos, recordando que las autoridades investigan siempre que se detecta una “muerte o evento grave”.
Los sistemas de farmacovigilancia nacionales y a nivel europeo se usan para identificar los efectos adversos de una vacuna, señalados por el personal médico y los fabricantes, e incluso por los pacientes.
Esto no quiere decir que se certifique una relación causal. Las autoridades sanitarias analizan a continuación los casos en detalle para examinar si existe o no. El proceso es complejo.
Por el momento, visto el número y el perfil de las personas, no se consideran anormales las muertes a la vista de las estadísticas de fallecidos entre la población vacunada.