Migrantes de Venezuela llegan a Chile por el desierto de Atacama, donde se enfrentan a un mal clima y caminar por horas, con la finalidad de una nueva vida, parecida a la acción que los migrantes mexicanos aspiran a la hora de cruzar también el desierto rumbo a Estados Unidos.
El inmenso desierto de Atacama, paso de migrantes venezolanos
El inmenso desierto de Atacama es la última frontera de los migrantes venezolanos que quieren instalarse en Chile, eso no impide que muchos migrantes venezolanos se lancen a cruzarlo a pie, con la meta de llegar a la capital chilena.
Pero cruzarlo, no es nada fácil, así lo narró una familia que salió el 25 de enero de Caracas con una mochila y 350 dólares como equipaje. Tras cruzar cinco fronteras, les quedan miles de kilómetros para llegar a Santiago de Chile.
Migración en Sudamérica
Como esta familia, muy quemados por el sol y los labios partidos, avanzan por la vía cordillerana al desierto de Atacama -norte de Chile- jóvenes de ciudades venezolanas como Barinas, Maracaibo, Apure y Maturín. Todos sin excepción piden agua. Llevan días, meses o semanas de haber cruzado las fronteras de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
“Si de día el sol es insoportable, con ráfagas de viento capaz de mover una camioneta, en la noche “el frío es bajo cero”,
indicó el alcalde de Colchane, Javier García.
En esta comuna de 1700 habitantes, una de las 10 más pobres de Chile, afirman que han vivido desde enero “un fenómeno migratorio y crisis humanitara jamás visto en la región”. Cuentan tres muertes oficiales: una mujer colombiana, un bebé y un venezolano de 69 años. “Han muerto de frío, hipotermia”, dijo un militar en Colchane.
“Durante meses pudimos apreciar imágenes crudas, inhumanas, que llegaban durante la madrugada a temperaturas bajo cero, -8 o -10, llorando de hambre, a veces sin dinero”, describe el Alcalde, quien también menciona el choque cultural de los migrantes con los aymaras, gente reservada que se siente confrontada a actitudes atrevidas y ruidosas de algunos caminantes.
¿Santiago, tierra prometida para migrantes?
Unos creen que Santiago (a más de 2.000 km al sur de Colchane) está cerca de esa frontera altiplánica que bordea con el pueblo boliviano de Pisiga.
Ahí se enteran de que para llegar a la capital primero hay que ver cómo avanzar a Huara, una localidad 170 km más abajo por esta ruta sin gente a la vista y clima inclemente. Los pocos poblados no tienen luz eléctrica y hay poca agua.
En estas zonas hay caseríos donde el rechazo a los venezolanos creció en enero, como en Quebe, poblado de pastores aymaras de alpacas. Allí cerraron la entrada con un cartel que advierte: “Cuidado – Prohibido ingresar al pueblo – 3 pitbull sueltos”.
Los caminantes en estas partes se encaraman en la parte trasera de camionetas mineras o camiones para avanzar. Otros pagan hasta 100 dólares por persona para que los dejen en la ciudad portuaria de Iquique, pero al final los abandonan antes de Huara, a 78 km al noreste de Iquique. Todo por el sueño de una vida mejor.