El nuevo Congreso de Estados Unidos asume sus funciones este domingo en medio de un ambiente expectante por la definición de la mayoría en Senado y por la promesa de una sesión agitada el próximo miércoles, en la que se sellará la victoria del presidente electo de Joe Biden.
El demócrata Biden, de 78 años, podrá contar con una mayoría en la Cámara de Representantes, cuyos 435 miembros jurarán este domingo antes de designar en este caso a su presidenta por los próximos dos años. Ese cargo casi seguramente volverá a caer en Nancy Pelosi, 80 años, pese a la renuencia de algunas voces situadas en la izquierda del partido.
En el Senado la historia es otra, ya que la definición está supeditada a dos elecciones que tendrán lugar el martes en el estado de Georgia (sur), y en las cuales los demócratas deben vencer ambos escaños -algo difícil- para recuperar el control de la Cámara Alta.
Prueba de lo que está en juego es que tanto el presidente Donald Trump como el mandatario electo Biden visitarán el estado el lunes. También lo harán sus respectivos ‘números dos’: Mike Pence y Kamala Harris.
Harris, que el 20 de enero se convertirá en la primera mujer y representante de una minoría en acceder a la vicepresidencia, era esperada en Savannah este domingo con el fin de motivar el voto entre la población de raza negra, cuya movilización es clave.
“Sólo tenemos unos días para hacer todo lo posible para volver al Senado“, tuiteó Biden el sábado, llamando a sus partidarios a arremangarse en la recta final.
En las últimas semanas Trump también ha tuiteado mucho sobre Georgia. Menos para apoyar a los candidatos de su partido y más para denunciar “fraudes” masivos que, según él, le habrían privado de su victoria en este estado tradicionalmente republicano.
Algo que según diversos analistas podría servir a los demócratas: convencidos de la existencia de fraude, los votantes republicanos podrían verse tentados a quedarse en casa. Pero el “Grand Old Party” cuenta con un mitin del presidente para movilizarse y agitar el fantasma de un gobierno inclinado hacia la izquierda si son derrotados.
Congreso deberá ratificar triunfo de Biden
Dos meses después de las elecciones, Donald Trump todavía se niega a conceder la derrota. A pesar del rotundo fracaso de su guerrilla judicial y la falta de pruebas contundentes, logró sembrar dudas en la mente de la mayoría de sus partidarios, que prevén ser escuchados el miércoles en Washington.
Esas manifestaciones, incluyendo una “marcha por Trump”, coincidirán con una sesión del Congreso destinada a registrar formalmente el triunfo de Biden, confirmado con 306 grandes electores contra 232.
Esta acción del Congreso es una obligación constitucional y es normalmente una mera formalidad, pero que este año promete ser explosiva.
Aunque algunos ‘pesos pesados’ republicanos como Mitch McConnell admitieron finalmente el triunfo de Biden, el presidente saliente tiene todavía el apoyo inquebrantable de docenas de legisladores en ambas cámaras, que ya anunciaron que expresarán sus objeciones y harán resonar las acusaciones de fraude electoral en el Capitolio.
Su intervención no tiene posibilidades de descarrilar la sesión -no les alcanzan los votos para eso- pero sí pueden entorpecerla o ralentizarla.
En última instancia su actitud puede complicar la misión prioritaria de Biden de “reconciliar” a Estados Unidos más allá de las rencillas partidarias.
Árbitro en el Senado de EU
Su relevancia dependerá en gran forma de lo que suceda en Georgia. En el papel los senadores republicanos David Perdue, 71, y Kelly Loeffler, 50, son los favoritos para retener sus bancas. El primero ganó en la primera vuelta y la segunda debería beneficiarse de los votos de otro conservador.
Pero sus oponentes demócratas, Jon Ossoff, un productor audiovisual de 33 años y Raphael Warnock, un pastor negro de 51 años, apuestan al impulso creado por la victoria de Biden en noviembre y poder dar el batacazo.
Mientras el republicano David Perdue cumple cuarentena debido a un caso de covid-19 en su círculo íntimo, los demás candidatos se han dedicado a recorrer el vasto estado, luchando por cada voto.
Si los dos demócratas son elegidos, el Senado quedaría con 50 legisladores por bando. Según la Constitución, la vicepresidenta Harris tendría entonces el voto decisivo.
Si fracasan, Joe Biden tendrá que convencer a los senadores republicanos más centristas en cada proyecto de ley o nominación que envíe al Congreso, lo que de alguna forma limitaría su margen de maniobra.