Desde desde la caída de la Unión Soviética (URSS) en 1991, y particularmente desde que Vladimir Putin asumió el poder, Rusia ha estado implicada en varias guerras: desde Chechenia a Siria y pasando por Georgia y Ucrania.
El jueves 24 de febrero de 2022, el presidente ruso lanzó una “operación militar especial” en Ucrania para “defender a las repúblicas” separatistas autoproclamadas en la región de Donbás, cuya independencia reconoció el 21 de febrero.
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El anuncio alimentó el temor de una escalada en Ucrania, en cuyas fronteras Rusia dispone de más de 150 mil hombres, según Washington y Kiev, y los cuales se podrían incrementar hasta en 190 mil contando a los separatistas.
Dos guerras sangrientas en Chechenia
A fines de 1994, tras haber tolerado durante tres años la independencia de facto de Chechenia, Moscú hace intervenir a su ejército para controlar a esta república del Cáucaso ruso. Al hallar una encarnizada resistencia, las tropas federales se retiran en 1996.
En octubre de 1999, bajo el impulso del primer ministro Vladimir Putin, que pronto sería elegido presidente, las fuerzas rusas vuelven a entrar en Chechenia en una “operación antiterrorista”, tras una serie de ataques de los independentistas chechenos contra la república caucásica rusa de Daguestán y sangrientos atentados en Rusia, atribuidos por Moscú a los chechenos.
En febrero de 2000, Rusia retoma el control de la capital Grozny, devastada por la artillería y la aviación rusas. En 2009, el Kremlin decreta el final de su operación, dejando tras estos dos conflictos decenas de miles de muertos en ambas partes.
“Guerra relámpago” contra Georgia
En el verano boreal de 2008, Georgia lanza una sangrienta operación militar contra Osetia del Sur, territorio separatista prorruso que escapa al control de Tiflis desde la caída de la URSS y una guerra a principios de los años 1990.
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Rusia replica masivamente enviando tropas a territorio georgiano y en cinco días inflige una severa derrota a esta exrepública soviética. Los combates dejan centenares de muertos.
Luego, el Kremlin reconoce la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, otra provincia separatista, y mantiene desde entonces una fuerte presencia militar. Occidente denuncia una ocupación de hecho.
Conflicto en Ucrania
En 2014, tras el movimiento pro-Unión europea del Maidán y la huida a Rusia del presidente Viktor Yanukovich, Moscú anexiona la península ucraniana de Crimea, no reconocida por la comunidad internacional.
Movimientos separatistas prorrusos emergen en el este de Ucrania, en Donetsk y Lugansk, regiones del Donbás fronterizas con Rusia. Se autoproclaman las dos repúblicas, generando un intenso conflicto armado con las fuerzas ucranianas.
Kiev y los occidentales acusan a Rusia de apoyar a los rebeldes enviando hombres y material. Moscú lo desmiente y solo reconoce la presencia en Ucrania de “voluntarios” rusos.
El conflicto disminuyó en intensidad a partir de 2015 y la firma de los acuerdos de paz de Minsk.
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Desde fines de 2021, Moscú lleva a cabo grandes maniobras terrestres, aéreas y marítimas en torno al territorio ucraniano, desplegando hasta 150 mil hombres en sus fronteras.
Los enfrentamientos en Ucrania han causado más de 14 mil muertos desde 2014.
Intervención en Siria
Desde 2015, Rusia está presente militarmente en Siria, en apoyo de las fuerzas del presidente Bashar al Asad.
La intervención militar rusa ha cambiado el curso de la guerra y ha permitido al régimen de Damasco obtener victorias decisivas y recuperar el terreno perdido ante los rebeldes y los yihadistas.
Moscú tiene dos bases militares en Siria: una en el aeródromo de Hmeimim en el noroeste del país y la otra en el puerto de Tartus, más al sur. Más de 63 mil militares rusos han participado en la campaña siria.