El Papa Francisco celebró este Jueves Santo, en una prisión italiana, el tradicional ritual del lavatorio de pies a 12 reclusos, informó el Vaticano.
El sumo pontífice, de 85 años, se desplazó a la cárcel de Civitavecchia, a unos 80 kilómetros al noroeste de Roma, para la ceremonia que recuerda que Jesús lavó los pies de sus discípulos, previo a que comenzara su pasión y posterior crucifixión.
“El Papa Francisco repitió el gesto de Jesús durante la Última Cena, cuando el Señor lavó los pies a sus discípulos como signo de amor y de servicio e impulsado por las vejaciones, a 12 detenidos, hombres y mujeres, entre ellos personas de diferentes edades y de diferente nacionalidad”.
Precisó en un comunicado la Santa Sede.
El Papa Francisco retomó así uno de los ritos que comenzó durante su pontificado, hace nueve años.
En los dos últimos años, marcados por la pandemia de COVID-19, el líder de la Iglesia católica tuvo que renunciar al lavado y besado de los pies a detenidos y conmemoró el calvario y la muerte de Jesús en la cruz dentro de los muros del Vaticano, sin las multitudes de fieles que solían asistir a esos actos.
Este año, los problemas de salud del pontífice argentino, que sufre de fuertes dolores en la rodilla y tiene vistosas dificultades para caminar, han marcado las ceremonias.
El Domingo de Ramos, ante multitudes de fieles, el Papa Francisco estuvo casi siempre sentado, no pudo andar en procesión, llegó en un coche negro al altar y estuvo siempre acompañado por un ayudante.
Las largas ceremonias de la Semana Santa representan un problema debido a la inflamación que padece desde enero en la rodilla, por lo que se levanta en contadas ocasiones, usa con más frecuencia el papamóvil y necesita apoyarse en un asistente.
Además del lavatorio de pies este Jueves Santo, el líder católico presidirá el Viernes Santo en el coliseo romano, símbolo del martirio de los cristianos, el viacrucis nocturno.
Este año, según informó el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, han sido invitadas dos mujeres de Ucrania y Rusia para que carguen la cruz en una de las estaciones que conmemoran el sufrimiento y la muerte de Jesús, desde su condena hasta su sepultura.
Una iniciativa por la paz y la reconciliación que ha generado polémica entre la comunidad ucraniana debido a la guerra actual entre los dos países.