El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva intercambiaron sus últimos dardos en el cierre de la campaña para la segunda vuelta a efectuarse el domingo 30 de octubre. Este sábado los candidatos se volcaron a las calles de Minas Gerais y Sao Paulo, respectivamente, los dos estados con más peso electoral en el país.
En la encuesta divulgada por el Instituto Datafolha horas antes del inicio de las votaciones, Lula tiene 52% de la intención de voto contra 48% de Bolsonaro, con lo que la diferencia se redujo de dos puntos. El estudio fue realizado entre viernes y sábado, con un margen de error de 2%, dato permite augurar un final de infarto en la segunda vuelta.
Aupado al grito de “¡mito!”, Bolsonaro encabezó una caravana de motocicletas en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, donde miles de partidarios salieron a su encuentro vestidos de verde y amarillo. Estoy “confiado en la victoria”, dijo el presidente, tras el áspero debate televisado que sostuvo el viernes con Lula, en el que ambos se tacharon de mentirosos.
Los seguidores del mandatario justificaron su apoyo en el miedo a un regreso de Lula al poder. “No estoy a favor del aborto ni la ideología de género, que es lo que el otro partido quiere imponer en nuestro país”, dijo la microempresaria Fabrícia Alves, de 36 años.
En Sao Paulo, Lula se despachó contra el presidente antes de sumarse a una caminata: “Bolsonaro no tiene límite para contar mentiras (…) no tiene condiciones síquicas para gobernar un país del tamaño de Brasil“.
Lula se impuso en la primera vuelta con 48% de los votos contra 43% de Bolsonaro, lo que quebró las proyecciones que anticipaban una ventaja holgada del exmandatario.
Bolsonaro y Lula cruzan acusaciones
Bolsonaro busca la reelección después de cuatro años de un gobierno marcado especialmente por la crisis sanitaria y económica que desencadenó la pandemia con saldo de 688 mil muertos en Brasil, así como tensas relaciones con las instituciones y críticas internacionales por su política medioambiental.
En la recta final ha presentado como logros de su gobierno la lenta recuperación de la actividad, principalmente el reciente retroceso de la inflación y el desempleo, que se ubicó en 8,7% a septiembre. Durante meses, Bolsonaro cuestionó sin pruebas el sistema electrónico de votos, despertando temores de que no acepte los resultados del próximo domingo.
El viernes, al término del debate, dijo sin embargo que “el que tenga más votos, gana”, al ser interrogado en una breve entrevista después del debate sobre si aceptaría una eventual derrota. “Eso es la democracia”, añadió.
A sus 77 años recién cumplidos, Lula aspira a regresar al poder después de gobernar en la primera economía de América Latina entre 2003 y 2010. El domingo, unos 156 millones de brasileños están convocados a votar en los 26 estados del país y el distrito federal.
En el primer turno, alrededor de 32 millones no sufragaron (21%). El número quintuplica la ventaja de seis millones de votos que obtuvo Lula sobre Bolsonaro. En Brasil el voto es obligatorio, pero la multa por no ir a las urnas es de 3,5 reales. La expectativa de un resultado apretado hace temer que aumente la crispación y polarización de Brasil.
Tras sus dos mandatos, Lula estuvo preso en el marco de la megacausa anticorrupción “Lava Jato”, pero resucitó políticamente tras la anulación de sus condenas por irregularidades procesales. Ahora cuenta con el apoyo de artistas como Anitta y Caetano Veloso, de la senadora Simone Tebet y del expresidente Fernando Henrique Cardoso.
Bolsonaro cuenta con el respaldo sobre todo del agronegocio y de la mayoría de evangélicos -un tercio del electorado- que alaban sus posiciones ultraconservadoras. También se declararon a su favor el futbolista Neymar y el expresidente estadounidense Donald Trump, con quien suelen compararlo.