La opositora hondureña Xiomara Castro se declaró triunfadora en las elecciones presidenciales del domingo, ante unos resultados preliminares que apuntaban a una victoria aplastante que devolvería a la izquierda al poder por primera vez desde que su marido fue derrocado en un golpe de Estado hace 12 años.
Con el 51.45% de los votos computados, Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, cosechaba 53.61% de respaldo, mientras que Nasry Asfura, alcalde de la capital y aspirante del gobernante Partido Nacional (PNH), obtenía un 33.87%, de acuerdo a cifras oficiales preliminares.
A diferencia de lo ocurrido hace cuatro años, los comicios, que podrían dar a Honduras su primera mujer presidenta, parecían estar cerca de concluir sin protestas violentas, como sucedió entonces cuando se produjo un vuelco repentino de los resultados, después de que el conteo se detuviera durante horas.
Las elecciones de este año se celebraron en un contexto de escándalos de corrupción y descontento social en la nación centroamericana, alimentado por una economía en crisis y una violencia crónica del crimen organizado, que ha empujado a un número récord de hondureños a abandonar su lugar de origen.
Castro, autoproclamada socialista demócrata en un país en el que muy pocas mujeres ocupan puestos de poder, prometió durante su campaña acabar con la corrupción.
“Hicimos historia”
Escribió en su cuenta de Twitter
“Revertimos el autoritarismo y revertimos el continuismo”, dijo a simpatizantes la noche del domingo, rodeada de compañeros de su Partido Libertad y Refundación (Libre), asesores y familiares, incluyendo su marido, quien fue derrocado cuando intentó cambiar la Constitución, según opositores, para perpetuarse en el poder.
Las alianzas de Xiomara Castro, la aparente primera presidenta de Honduras
Castro, de 62 años, también se comprometió a fortalecer la democracia participativa a través de consultas populares, una herramienta que ha sido empleada en repetidas ocasiones por los mandatarios izquierdistas de la región.
Críticos la han pintado como una peligrosa radical de izquierda y la felicitación del presidente venezolano, Nicolás Maduro, les hacía temer una futura alianza.
Sin embargo, líderes empresariales no tardaron en tender puentes.
“(El) sector privado reitera su compromiso de hacer todo lo necesario para que su gestión sea ejemplo de transformación”, escribió Eduardo Facusse, un líder de la principal Cámara de Comercio del país, en su cuenta de Twitter, la noche del domingo.
Castro, quien contendió por la Presidencia en 2013, respondió: “vamos a trabajar de la mano con el sector privado para mejorar el clima de inversión con el objetivo de generar empleos”.
La mujer, licenciada en Administración de Empresas, supo aprovechar la impopularidad del mandatario saliente, Juan Orlando Hernández, quien modificó la Constitución para permitir su cuestionada reelección en 2017 y se vio implicado en un caso de narcotráfico en un tribunal federal de Estados Unidos.
Hernández ha negado repetidamente cualquier delito, pero el candidato de su partido, Asfura, se esforzó por mantener distancia con el gobernante durante la campaña electoral.
El domingo por la noche, Asfura pidió en su cuenta de Twitter “paciencia, tranquilidad y sosiego” a los demás postulantes presidenciales y a los votantes para que esperaran a que se terminara el conteo de votos.
La suerte de los 128 miembros del Congreso hondureño también quedó en el aire, ya que el árbitro electoral aún no ha publicado los resultados preliminares. Si el PNH puede mantener el control, podría bloquear muchas de las propuestas de Castro.