Al cumplirse tres meses del ataque del grupo islamista Hamás del 7 de octubre, este jueves las principales ciudades de Gaza son escenario de violentos combates urbanos, donde amplias áreas del asediado territorio han sido reducidas a escombros por los bombardeos y la ofensiva terrestre de Israel que, según el Ministerio de Salud controlado por Hamás, han dejado más de 17 mil 177 muertos.
Israel ha estrechado el cerco sobre los principales centros urbanos en su caza al movimiento islamista después del ataque que, según las autoridades del país, dejó mil 200 muertos y 240 rehenes, de los que 138 se encuentran todavía en Gaza.
Las tropas israelíes, con el apoyo de aviones, tanques y excavadoras blindadas, luchan contra los milicianos de Hamás en la principal urbe del sur de Gaza, Jan Yunis, así como en la ciudad de Gaza y el distrito de Jabaliya en el norte.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que sus tropas llegaron a la casa en Jan Yunis del líder de Hamás dentro de Gaza, Yahya Sinwar, y aseguró que “era solo cuestión de tiempo” encontrarlo.
La aviación israelí también bombardeaba Rafah, una ciudad en el extremo sur de la Franja fronterizo con Egipto que se ha convertido en un inmenso campo para muchos de los 1.9 millones de gazatíes desplazados.
“¿Dónde quieren que vayamos, por Dios?”, se desesperaba Khamis al Dalu, cuya familia había huido primero de ciudad de Gaza a Jan Yunis y de allí a Rafah.
Durante la noche, ocho bombardeos golpearon en Rafah, dijo un corresponsal de la AFP. El Ministerio de Salud informó de al menos 37 muertos y muchos más heridos.
Alertan por posible el colapso de Gaza
La masiva cantidad de víctimas civiles ha provocado preocupación internacional, acentuada por el asedio impuesto por Israel sobre el territorio donde solo entra una limitada cantidad de comida, agua, combustible y medicinas, en el marco de la guerra entre Israel y el grupo Hamás.
Israel aprobó el miércoles un incremento “mínimo” del suministro de combustible para evitar un “colapso humanitario y el brote de epidemias en el sur de la Franja de Gaza”, según anunció la oficina de Netanyahu.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, alertó de un “inminente colapso total del orden público debido a las condiciones desesperadas” en Gaza.
Guterres también invocó un procedimiento excepcional de la ONU para reclamar un alto el fuego, lo que provocó la furia del canciller israelí, Eli Cohen, quien acusó a Guterres de ser un “peligro para la paz mundial” y de brindar “apoyo a la organización terrorista Hamás”.
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“Nosotros también queremos que esta guerra termine” pero “de forma que garantice que Hamás nunca podrá atacar nuevamente a nuestro pueblo”, dijo el vocero gubernamental israelí, Eylon Levy.
En un informe matutino, su ejército aseguró que sus tropas “mataron terroristas de Hamás y golpearon decenas de objetivos terroristas” en Jan Yunis y asaltaron un complejo militar de Hamás en Jabaliya, mientras que sus fuerzas navales también “atacaron complejos militares e infraestructura de Hamás usando munición de precisión”.
El grupo islamista, catalogado como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, dijo en Telegram que sus combatientes libraban feroces batallas contra las tropas israelíes “en todos los ejes de la incursión en la Franja de Gaza”, a la vez que reivindicó la destrucción de dos docenas de vehículos militares en Jan Yunis y Beit Lahia (norte).
El ejército israelí anunció la muerte de otros tres soldados, que llevan a 86 las bajas en sus filas dentro de Gaza.
Devastados y sobrepasados
La guerra provocó hostilidades con otros grupos armados respaldados por Irán, como el Hezbolá libanés o los hutíes de Yemen, además de un recrudecimiento de la violencia en Cisjordania.
En este territorio palestino ocupado, más de 250 personas murieron por ataques del ejército o colonos israelíes desde el inicio del conflicto, según la Autoridad Palestina. Los dos meses de combates han sido desoladores para los gazatíes, ya sometidos a años de bloqueo y pobreza antes de la guerra.
“Estamos devastados, mentalmente sobrepasados”, dice Amal Mahdi, habitante de Jan Yunis.
Ghassan Bankr llegó como desplazado a esta ciudad y está sin techo. “Nos llovió encima la pasada noche. No hay comida, ni pan, ni harina”, lamentó.
En Israel, que se prepara para celebrar la fiesta judía del Janucá, todavía están muy presentes las traumáticas imágenes del ataque del 7 de octubre y persiste la preocupación por los rehenes todavía cautivos tras la liberación de 80 durante una tregua de siete días.
Para recordar a los asesinados o secuestrados por Hamás en un festival de música, un pabellón de exhibiciones de Tel Aviv recreó el lugar con tiendas y pertenencias de las víctimas.