Han capeado el Brexit y el COVID-19 e intentan sobrevivir a una inflación histórica, pero la guerra en Ucrania amenaza con hundir a miles de vendedores del tradicional “fish and chips“, símbolo nacional de la comida barata y popular en el Reino Unido.
¿Cómo se ha visto afectado el “fish and chips” por la guerra en Ucrania?
En Brighton, en la costa sur de Inglaterra, a la propietaria del “Captain’s”, Pam Sandhu, no le gusta quejarse. Pero en sus grandes frigoríficos muchas de las cajas están vacías, cuando deberían estar repletas de bacalao, destinado a ser empanado y servido con patatas fritas como dicta la tradición.
- “Con la guerra en Ucrania, no queda pescado o sólo una pequeña cantidad“, dice. “Y los precios se han duplicado desde el año pasado”.
En un soleado viernes de primavera, le preocupa si tendrá suficiente bacalao para terminar el fin de semana.
Lleva 30 años trabajando en el negocio del pescado con patatas fritas, a menudo los siete días de la semana, y asegura que nunca antes había tenido problemas de abastecimiento, ni tanta presión sobre los costes.
Compró hace tres años su restaurante de Brighton, que tiene terraza con vistas a la playa, preveía abrirlo en marzo de 2020.
La pandemia de COVID-19 lo impidió inicialmente. La inflación siguió. Y recientemente, la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia.
Rusia suele suministrar entre 30 y 40% del pescado (principalmente bacalao y eglefino), que se vende en los establecimientos de “fish and chips” británicos, según Andrew Crook, presidente de la National Federation of Fish Friers (NFFF).
Ucrania es también el mayor exportador mundial de aceite de girasol, utilizado para la fritura. Y Pam señala una “escasez” de aceite.
A mediados de marzo, Londres anunció un arancel del 35% al pescado ruso, lo que incrementa la inquietud en un momento en que los vendedores de “fish and chips” ya sufren la subida de los precios del gas, la otra gran preocupación de Pam.
Este plato popular nacido en la década de 1860, y que tradicionalmente se servía envuelto en un cucurucho de papel de periódico, se compone de un filete de pescado blanco empanado con patatas fritas, acompañado de puré de guisantes y salsa tártara.
“Siempre se nos ha considerado una comida barata, nuestros márgenes siempre han sido bastante bajos y trabajamos en grandes cantidades. Desgraciadamente, con la subida de los precios, es muy difícil proteger los márgenes, que quedan en nada”, explica Crook.
Este propietario de una tienda de pescado y patatas fritas en Lancashire, en el noroeste de Inglaterra, ha subido sus precios en 50 peniques (0,65 dólares o 0,59 euros), y una ración cuesta ahora 8,5 libras (11 dólares, 10 euros).
Asegura que el pescado se ha encarecido aún más porque algunos barcos británicos ya no salen a faenar debido al elevado “precio del combustible“.
También señala el regreso previsto del IVA al 20% en abril, frente al reducido 12,5% aplicado durante la pandemia.
Antes del estallido de la guerra en Ucrania, Crook estimaba que unos 3 mil de los aproximadamente 10 mil establecimientos de “fish and chips” que hay en el Reino Unido podrían desaparecer en los próximos cinco años.
- Ahora, “probablemente ocurra en los próximos seis meses“, afirma.
Pam espera que su reputación y la calidad de sus productos le permitan superar la crisis.
No ha subido sus precios aunque “mira lo que hacen los demás”. Pero no quiere perder clientes debido a altos precios.
En sus frigoríficos, en lugar del bacalao que escasea hay ahora panecillos para hamburguesas. En su menú, los perritos calientes, las hamburguesas y los rollos de salchicha son más baratos que el pescado con patatas fritas.
Sentada en su terraza frente al mar con su madre octogenaria, Sharon Patterson, una fiel clienta, asegura que no quiere renunciar a este plato: “Los precios están subiendo, pero tenemos que apoyar a nuestros negocios locales y, mientras pueda permitírmelo, vendré a comer pescado con patatas fritas tan a menudo como pueda“.
- “Porque así es como crecí y es parte de mi cultura“, asevera.