Bajo unas lonas levantadas a toda prisa al norte de Atenas, una treintena de voluntarios se movilizan para curar a decenas de gatos y perros abandonados u olvidados durante las evacuaciones por los incendios en Grecia, y los alivian con almohadillas de hielo, bálsamos en las quemaduras de las patas o baños de agua fría.
“Hora del baño”, grita un joven voluntario cuando sumerge a dos pequeños cachorros en un barreño hasta arriba de agua.
Salvo los que tienen quemaduras graves, se baña a los animales rescatados cada dos o tres horas para enfriarles las patas.
Bajo las improvisadas lonas instaladas en siete horas al pie de una cantera abandonada en la periferia de la capital griega, los veterinarios voluntarios organizaron un espacio “cuidados intensivos” para los quemados graves, cuyas heridas necesitan una vigilancia continua.
“Hasta ahora, hemos acogido a 233 animales”, explica Yannis Batsas, el presidente de Acción Voluntarios de los veterinarios griegos. “Y nos llegan unos veinte al día”, explicó.
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Decenas de localidades de la aglomeración de Atenas fueron evacuadas a principios de agosto por el avance de las llamas que arrasaron bosques y residencias a una treintena de kilómetros al norte de la capital.
En esta región, donde abundan los perros y los gatos errantes, tanto estos como los animales domésticos, se quedaron atrás en la huida precipitada de sus dueños.
En torno a los bosques quemados, hay grupos de voluntarios que recogen animales abandonados en Efnides y en otros pueblos arrasados.
Perros esperan a sus dueños en Grecia
En el refugio del norte de Atenas, los voluntarios se mueven entre jaulas poniendo hielos en los cuencos, mientras un ventilador alivia un poco el agobiante calor.
En medio de un concierto de ladridos, perros con las patas y el cuerpo quemados, acogen con alegría a sus enfermeros.
Sobre sábanas llenas de hielos, una veintena de perros esperan con tranquilidad la hora en que sus dueños, o personas que los adopten, vengan a buscarlos.
“Cerca de 90 animales han vuelto con sus dueños”, cuenta Elena Dede, la fundadora de la organización no lucrativa Dog’s Voice.
Entre los miles de voluntarios que se presentaron, sobre todo el primer fin de semana, muchos aceptaron acoger a perros en sus casas por unos quince días.