Análisis del legado de Fujimori y la polarización en Perú
El debate sobre si Alberto Fujimori merece un funeral de Estado ha dividido a los peruanos. Simpatizantes del exmandatario se han congregado en su apoyo, mientras que familiares de víctimas lamentan que fallezca sin cumplir completamente su condena de 25 años. El internacionalista Fausto Pretelin Muñoz de Cote destaca que Fujimori no merece un funeral de Estado debido a su historial controversial, que incluye un autogolpe y la creación de grupos paramilitares bajo el mando de Vladimiro Montesinos.
Autogolpe y mano dura: luces y sombras de Fujimori
Durante su mandato, Fujimori cerró el Congreso y reformó la Constitución para ajustar su gobierno. Además, estableció un control autoritario y enfrentó duramente a la guerrilla, incluyendo la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Sin embargo, su legado se vio marcado por violaciones a los derechos humanos, incluyendo matanzas en barrios populares.
Polarización en la sociedad peruana
Fausto Pretelin menciona que Perú sigue polarizado entre fujimoristas y anti-fujimoristas. Mientras algunos alaban su lucha contra la guerrilla y la estabilización económica, otros condenan su legado autoritario y su impacto negativo en los derechos humanos. La actual presidenta, Dina Boluarte, podría necesitar el apoyo del fujimorismo para mantener estabilidad en un Congreso sin mayorías claras.
Implicaciones políticas y herencia de Fujimori
El legado de Fujimori dejó una debilidad estructural en el Estado peruano, y una historia reciente de inestabilidad política, con seis presidentes en cuatro años. A pesar de su liberación, Fujimori nunca fue perdonado completamente y la polarización en torno a su figura persiste. En este contexto, la presidenta Boluarte enfrenta un desafío en la búsqueda de apoyo político, incluyendo el del fujimorismo.
Fujimori falleció este miércoles en su vivienda en Lima donde se recuperaba de un tratamiento contra un cáncer de lengua, según informó su familia.
Además de cáncer lingual, el expresidente padecía diversos problemas de salud, como fibrilación auricular y dolencia pulmonar e hipertensión.
Había sido excarcelado en diciembre pasado, cuando el Tribunal Constitucional de Perú restituyó el indulto que le habían otorgado en 2017 por razones humanitarias.
Conocido como “El Chino”, Fujimori cumplía desde 2009 una condena por “crímenes contra la humanidad” en el penal Barbadillo, una pequeña cárcel para expresidentes al este de Lima, por la muerte de 25 personas en dos matanzas perpetradas en 1991-1992 por un escuadrón del ejército.
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