El presidente francés, Emmanuel Macron, presentó el adelanto electoral como una forma de frenar a la extrema derecha, pero los resultados de la primera vuelta avanzan una apuesta perdida y un final de mandato debilitado, con una imagen que reconstruir.
El partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen obtuvo más del 34% de los votos y podría lograr una mayoría simple, incluso absoluta, en el balotaje previsto el 7 de julio, según las primeras estimaciones publicadas tras la primera vuelta.
“Es una apuesta perdida”, asegura Adelaïde Zulfikarpasic, directora general del instituto de sondeos BVA, para quien Macron “está en dificultades”, pese a presentarse como un freno a la extrema derecha desde su primera elección en 2017.
La disolución “es uno de los gestos más inconscientes de la historia de la Quinta República [fundada en 1958], basado en las proyecciones más absurdas”, abunda el politólogo de la Escuela Politécnica, Vincent Martigny.
El jefe de Estado contaba con una izquierda dividida y con que su alianza de centroderecha quedara en segundo lugar, por detrás de RN.
Pero una izquierda unida en el Nuevo Frente Popular adelantó al oficialismo en la primera vuelta, lo que obligará a la alianza de Macron a retirar candidatos para frenar a la extrema derecha.
“Esto acelera realmente la caída de Macron. Las consecuencias para él serán letales. Lo pierde todo”, estima Martigny.
Las proyecciones más pesimistas le dan 60 escaños de los 577 de la Asamblea Nacional (cámara baja). En la precedente legislatura, contaba con una mayoría simple de 250.
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Culpan a Macron por resultados
Su exprimer ministro, Édouard Philippe (2017-2020), ya se presentó como alternativa a Macron, a quien acusó de haber “matado” la alianza oficialista.
El presidente pierde también la autoridad de su campo “entre la exasperación y el odio” desde su inesperada decisión de disolver la Asamblea el pasado 9 de junio, asegura Martigny. “Estamos muy enfadados”, dice un resentido responsable del oficialismo.
Para un exministro, Macron, cuyo mandato termina en 2027, enfrenta el fin de una hiperpresidencia vigente desde 2017, ya que podría verse obligado a compartir el poder con un gobierno de otro color político. El futuro primer ministro tendrá así su propia legitimidad.
Macron “va a pasar por un período de debilidad. La pregunta es hasta qué punto será consciente de ello y sabrá gestionarlo”, vaticina uno de sus primeros aliados.
Y todo ello a menos de un mes de los Juegos Olímpicos, alerta este político, que teme manifestaciones y caos ante la mirada de todo el mundo.
Vaticinan año atareado para Macron
Durante los últimos siete años, Macron se ha mostrado seguro de sí mismo y de su destino, y de buen grado bravucón. “Cree que siempre se puede dar la vuelta a la situación y que, en el fondo, para eso está hecho”, resume otro responsable centrista.
Ante la adversidad, el presidente buscará aparecer como el guardián de las instituciones y de los valores, especialmente si debe compartir el poder con Jordan Bardella, el candidato a primer ministro de Marine Le Pen.
“Durante un año puede intentar reconstruir su imagen y disolver de nuevo [la Asamblea] entonces, bajo cualquier pretexto, para lograr una mayoría más favorable”, estima Mathilde Philip-Gay, profesora de la universidad Lyon 3.
Macron debe esperar 12 meses para convocar nuevas elecciones legislativas. Y si quiere evitar que Marine Le Pen llegue a la presidencia en las elecciones de 2027, es su única opción si acaba con Bardella como primer ministro.
Un antiguo ministro que lo conoce bien no tiene dudas: “Va a hacer la vida imposible [al campo de enfrente] e intentar ponerse en posición de designar a su sucesor”.
“Si RN fracasa de aquí a dos años, podría quizás aparecer como el que habrá dado a Francia un presidente no extremista en 2027”, asegura esta fuente. “Salvo que la extrema derecha no suelta el poder cuando lo consigue”.