Estados Unidos instó el domingo a los militares birmanos a liberar a los dirigentes detenidos, incluyendo la nobel y antiguo icono de la democracia, Aung San Suu Kyi, jefa de facto del gobierno, y amenazó con una respuesta de Washington.
“Estados Unidos se opone a cualquier intento de alterar el resultado de las recientes elecciones o impedir la transición democrática en Birmania, y tomaremos acciones contra los responsables si esas medidas no se revierten”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki en un comunicado.
¿Qué pasó en Birmania?
Las fuerzas armadas birmanas detuvieron a la nobel y antiguo icono de la democracia Aung San Suu Kyi, jefa de facto del gobierno, según su partido, que alerta de un probable “golpe de Estado”.
“Hemos oído decir que está detenida en Naypyidaw [la capital del país], suponemos que el ejército está organizando un golpe de Estado”, declaró Myo Nyunt, portavoz del partido de la nobel, la Liga Nacional para la Democracia (LND).
Según él, otros directivos del partido también fueron arrestados. El Parlamento resultante de las últimas legislativas debía comenzar su primera sesión dentro de unas horas.
Hay graves problemas en el acceso a internet.
“Las perturbaciones de las telecomunicaciones comenzaron el lunes en torno a las 3H00 de la mañana (…) y es probable que limiten la cobertura de los acontecimientos”, advirtió Netblocks, especializado en internet.
Las comunicaciones telefónicas, especialmente hacia y desde Naypyitaw, también sufren perturbaciones. Preguntado sobre lo sucedido, el portavoz de las fuerzas armadas no se ha pronunciado.
Militares denunciaron “millones” de fraudes
Los militares denuncian desde hace semanas irregularidades en las elecciones legislativas de noviembre, que ganó por abrumadora mayoría la LND, en el poder desde 2015.
Reclamaban que la comisión electoral dirigida por el gobierno publique la lista de los votantes para verificarla, lo que no ha hecho.
Con el pretexto de la pandemia de coronavirus, las elecciones “no fueron libres ni justas”, aseguró la semana pasada el portavoz del ejército, el mayor general Zaw Min Tun.
Los temores aumentaron cuando el jefe del ejército, el general Min Aung Hlaing, sin duda el hombre más poderoso de Birmania, declaró que la constitución podría ser “revocada” bajo ciertas circunstancias.
Los militares afirman haber registrado millones de casos de fraude, incluso miles de supuestos votantes centenarios o menores.
Más de una decena de embajadas, como la de Estados Unidos y la delegación de la Unión Europea, instaron el viernes a Birmania a “adherirse a las normas democráticas”, por miedo a un posible golpe de Estado.
“Nos oponemos a cualquier intento de modificar el resultado de las elecciones u obstaculizar la transición democrática en Birmania”, escribieron.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también expresó su “gran preocupación”. Los dos últimos golpes de Estado desde la independencia del país en 1948 se remontan a 1962 y 1988.
Birmania salió hace apenas 10 años de un régimen militar
Birmania salió hace apenas 10 años de un régimen militar que dirigió el país durante casi medio siglo.
El partido de Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz de 1991, muy criticada por su gestión de la crisis de los musulmanes rohinyás pero aún venerada por buena parte de la población, obtuvo una aplastante victoria en noviembre.
Eran las segundas elecciones generales desde 2011, cuando se disolvió la junta militar.
En 2015, la LND ganó por amplia mayoría, pero se vio obligada a compartir el poder con el ejército, que controla tres ministerios esenciales (Interior, Defensa y Fronteras).
“La relación entre el gobierno y el ejército era complicada”, afirma Hervé Lemahieu del instituto Lowy en Australia. “Este régimen híbrido, no autocrático del todo ni completamente democrático, se ha derrumbado bajo el peso de sus propias contradicciones”.
Exiliada durante mucho tiempo en el Reino Unido, Aung San Suu Kyi, de 75 años, regresó a Birmania en 1988, convirtiéndose en la figura de la oposición frente a la dictadura militar.