Eduardo Paes, alcalde de la famosa y bulliciosa ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, ordenó que la policía local patrulle cada noche las calles, con la misión de que no haya fiestas y aglomeraciones clandestinas en tiempos del coronavirus (COVID-19), en uno de los países más afectados por esta enfermedad.
En el acomodado barrio Barra de Tijuca, de Río de Janeiro, un contingente formado por una inspectora sanitaria y policías, irrumpió el jueves cerca de la medianoche en la tienda de una gasolinera, donde decenas de personas celebraban una de tantas fiestas, consumían alcohol y charlaban, pese a la amenaza del COVID-19.
La inspectora dijo a las personas que celebraban dicha fiesta en Río de Janeiro:
“La tienda puede estar abierta, pero no vender bebidas y los clientes no pueden consumir en el local ni afuera. Hay mucha gente bebiendo. Incumplen el decreto; está determinado el cierre. Si los bares y restaurantes están cerrados, no podemos permitir que la gente consuma en establecimientos como éste”.
Adiós a las fiestas en Río de Janeiro
- La medida implica el cierre de locales hasta la mañana
- Si el lugar es reincidente, se le prohíbe abrir por 15 días
El decreto, firmado hace dos semanas y parcialmente prorrogado por Eduardo Paes, ordenó cerrar comercios no esenciales (bares, restaurantes, discotecas, cines, museos y playas), en vista del aumento de casos y muertos por COVID-19 en Río de Janeiro. Las fiestas son reprobadas por las autoridades sanitarias de Brasil.
Eduardo Paes determinó toque de queda entre las 23:00 y las 05:00 horas, todo un reto en una ciudad famosa por sus fiestas y su agitada vida nocturna. Desde que empezó la medida, se han realizado 6 mil actuaciones para cohibir aglomeraciones clandestinas y eventos irregulares por COVID-19 en Río de Janeiro.
Brenno Carnevale, secretario municipal de Seguridad en Río de Janeiro, comentó:
“Es una situación con la que nadie está contento: la alcaldía de Río de Janeiro no está contenta con imponer medidas restrictivas. Sabemos de la característica carioca, una ciudad con playa, bares, restaurantes, pueblo feliz y alegre con ganas de fiestas. Pero debemos concienciarnos con las dificultades del COVID-19”.