Al menos 160 mineros murieron luego de que se registrara un derrumbe de mina en el norte de Birmania, cerca de la frontera con China, en una de las peores catástrofes de este tipo en los últimos años.
Los mineros “fueron arrastrados por un torrente de barro provocado por fuertes lluvias“, señalaron los bomberos de Birmania. Un total de 162 cuerpos fueron hallados por los uniformados.
La tragedia tuvo lugar cerca de la frontera con China, en un valle en el cantón de Hpakant que quedó completamente sumergido bajo el lodo.
Después del derrumbe de mina en China, vi a personas en el lago. Algunas consiguieron nadar hasta la orilla”.
Kyaw Min, un habitante de una aldea cercana.
“Las operaciones de socorro continúan”, precisaron los bomberos, luego de que un responsable local de policía indicase que las tareas de búsqueda habían sido suspendidas a raíz de las fuertes lluvias en la zona.
“Solo hemos podido rescatar cuerpos que flotaban“, indicó el comisario de policía Than Win Aung.
Las víctimas trabajaban en el yacimiento a pesar de advertencias de las autoridades que las exhortaron a no dirigirse allí a raíz de las fuertes lluvias, indicó la Policía local. “Podríamos haber tenido cientos de muertos” sin esta advertencia, agregó esa fuente.
Negocio de millones de dólares tras derrumbe de mina en China
Según la ONG Global Witness, el negocio es de varias decenas de miles de millones de dólares y muchos de los trabajadores ni siquiera están declarados.
Docenas de mineros mueren anualmente en Birmania mientras trabajan en la lucrativa, pero pobremente regulada, industria del jade, que utiliza trabajadores migrantes mal pagados para extraer esta piedra semipreciosa muy demandada en China.
La catástrofe era “evitable”, lamentó Hann Hindstrom, quien trabaja para esta ONG. A su entender, pone en evidencia la “necesidad urgente” de reglamentar esta industria.
Las minas de jade a cielo abierto de Hpakant han transformado a esa región de difícil acceso en un terreno que parece un paisaje lunar.
Mortíferos deslizamientos de tierra son comunes en la zona. En 2015, más de cien personas murieron en deslizamientos de tierras. Mientras que en 2019, un alud de barro costó la vida a 50 personas.