Chile ha elegido a 155 personas que redactarán una nueva Constitución que permita a este país de economía rica, pero muy desigual, establecer nuevas reglas para avanzar a una sociedad más representativa, inclusiva y con mayor bienestar social.
Los independientes dominarán la Convención Constituyente de Chile, tras imponerse sorpresivamente en los comicios del fin de semana con más del 46% de los votos, superando a los partidos tradicionales.
La abstención fue 43.35% en un padrón electoral de 14.9 millones de electores. Sólo 34% participó de la consulta, que debido a la pandemia se realizó sábado y domingo, y en la que también estaban en juego alcaldías, concejales y gobernadores regionales.
Pese a la poca participación, no se acercó al récord de 51% registrada durante el plebiscito del 25 de octubre de 2020, cuando una rotunda mayoría aprobó cambiar la Constitución heredada por Augusto Pinochet y elegir para esos efectos una Convención Constituyente paritaria con 155 escaños, 17 de ellos reservados a los pueblos originarios, a través del voto popular.
Con el 99.9% de los votos escrutados, las listas que aglutinaban los partidos tradicionales quedaban sin capacidad de controlar la convención que redactará las nuevas reglas del juego de un Chile que busca mayor equidad con un Estado fuerte en asuntos sociales y una mayor regulación de su patrimonio natural.
Las dos listas que aglutinaron candidatos del centro-izquierda al Partido Comunista -Lista Apruebo y Apruebo Dignidad- cosechaban 33.20% de los votos, mientras que Vamos por Chile, que reunió a la derecha, obtuvo 20.56%.
“Chile comienza un nuevo ciclo, no sabemos cuánto durará ni la profundidad que alcanzarán los cambios asociados a la institución de la nueva Constitución que se escribirá”, dijo el analista de derecha Gonzalo Cordero, en una columna en el diario La Tercera.
¿Por qué cambiar la Constitución en Chile?
“Esto es como empezar de verdad a sacarse a ‘Pinocho’ de encima; su sombra, su herencia, su todo”, dice Carmela Urquiza, una administradora, de 62 años, a la salida de un edificio en Providencia, Santiago.
La Constitución actual, reformada varias veces desde que Chile recuperó la democracia en 1990, es considerada la armadura legal que dejó el exdictador Augusto Pinochet (1973-1990), “Pinocho”, como lo llaman adversarios popularmente, para instaurar un sistema con poca participación del Estado y gran apertura al libre mercado.
Más del 60% de la población en Chile, según encuestas, considera que esta Constitución creó un sistema beneficioso para un reducido número de privilegiados, con predominio del sector privado en educación y salud, y un sistema privado de pensiones que solo se nutre con el aporte del trabajador.
Una de las principales razones por las que los manifestantes demandaron cambiar la Constitución tiene que ver con el origen de la misma.
“Una de las cuestiones que más se critican, y por lo mismo se quiere cambiar, tiene que ver con su ilegitimidad de origen: es justamente el hecho de que haya sido dictada durante una dictadura militar”, le dijo Miriam Henríquez Viñas, profesora de Derecho Constitucional y Decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado de Santiago.
“La Constitución de 1980 fue obra del régimen militar y entonces para un sector muy relevante de la sociedad chilena tiene un origen ilegítimo”, coincidió Gilberto Aranda, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Reescribir la historia “sin rabia”
Este proceso marcará, además, la primera vez en el mundo que una Constitución se escriba por constituyentes elegidos de forma paritaria y también en la historia de Chile en que se reserven 17 escaños para los 10 pueblos originarios del país.
Chile trata así de canalizar el gran descontento social expresado también con violencia en octubre de 2019, y pese a posturas radicales por parte de la derecha e izquierda, el ambiente por estos días está lejos de parecer un “borrón y cuenta nueva” con el sistema de libre mercado que ha imperado hasta ahora, ni aires de revolución.
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“Esta Constitución se tiene que escribir sin ningún tipo de miedo, pero también se tiene que escribir sin ningún tipo de rabia”, dice en redes sociales el futbolista de la “generación dorada” de la selección chilena, Jean Beausejour Coliqueo, de ascendencia haitiana y mapuche, invitando a votar.
Los adversarios a una nueva Constitución proponían reformas al texto, pero en los últimos años no hubo respuestas a los reclamos de cambios, como las marchas multitudinarias para modificar el sistema de pensiones, que entrega a la mayoría jubilaciones debajo del sueldo mínimo de 400 dólares.
Se terminó llegando a este proceso luego de la explosión social de 2019 que puso en jaque al gobierno conservador de Sebastián Piñera y a todo el espectro político.
Hoy es imposible pronosticar la composición de fuerzas políticas que integrarán la Convención Constitucional, pero ante las dificultades de los independientes para financiar campañas, se cree que los aspirantes de partidos tradicionales terminarán siendo mayoría.
“Hay muchas variables nuevas en juego: es una elección inédita, por primera vez se eligen gobernadores, y se hace en contexto de pandemia, con sistema de paridad, con elección de escaños reservados, y con listas de independientes. Todo eso es nuevo. Ergo, es muy difícil hacer pronósticos específicos”, apunta Fuentes.