La transferencia de mando, usualmente pacífica, se ha visto empañada por el asalto a la sede del Congreso el 6 de enero. A días de la investidura de Joe Biden, la zona está completamente militarizada
Cuando los partidarios más fervientes de Trump siguen sin reconocer su derrota en las elecciones del 3 de noviembre, y en medio de temores del FBI de más violencia, más de 21 mil soldados de la Guardia Nacional han comenzado a llegar desde todo el país antes de la toma de posesión. Y, algo excepcional, portarán armas y tiene la instrucción si es necesario, usarlas.
Tanto el equipo de Biden como la alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, pidieron a la población que evite el centro de la capital federal y siga la ceremonia por televisión o internet. Sumando que todo el cuadrante se encuentra cercado y sin acceso vehicular.
El “National Mall”, la inmensa explanada frente al Capitolio donde tradicionalmente se congregan los seguidores del presidente electo, estará cerrada al público.
- La asonada al Capitolio sigue sacudiendo el ambiente político. Se rumora que varios asistentes llevarán chaleco antibalas.
La líder demócrata en la Cámara Baja dijo que el general retirado Russel Honore, quien coordinó la respuesta al huracán Katrina, supervisará una revisión de seguridad en el Capitolio.
Por otra parte, varios republicanos conservadores de la Cámara de Representantes, leales a Trump, están bajo escrutinio por su papel en la posible coordinación con los manifestantes que ayudaron a planificar la irrupción.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, advirtió el viernes que si se descubre que congresistas fueron cómplices de esta insurrección “puede que se tengan que tomar medidas más allá del Congreso en términos de procesamiento”.