El periodista ruso, Dmitri Muratov, redactor jefe del diario independiente Novaia Gazeta, pidió un minuto de silencio por los periodistas asesinados al recoger el premio Nobel de la Paz 2021, junto a la filipina Maria Ressa este viernes en Oslo.
“Pongámonos en pie y honremos con un minuto de silencio a nuestros colegas periodistas (…) que dieron su vida por esta profesión, demos también nuestro apoyo a aquellos que son perseguidos. Quiero que los periodistas mueran de viejos”.
Dmitri Muratov
Maria Ressa, cofundadora de la página de información web Rappler y Dimitri Muratov fueron los galardonados a principios de octubre con el premio Nobel de la Paz de 2021.
Dimitri Muratov, de 60 años, dirige uno de los escasos medios que todavía son independientes en el restrictivo panorama mediático ruso.
Novaia Gazeta es conocida en especial por sus investigaciones sobre la corrupción y las violaciones de Derechos Humanos en Chechenia. Desde la década de 1990, seis colaboradores del medio han sido asesinados, entre ellos, la célebre periodista Anna Politkovskaya en 2006.
“Si tenemos que convertirnos en agentes extranjeros por recibir el premio Nobel de la Paz, lo haremos”, ironizó Dimitri Muratov haciendo referencia al calificativo con el que se acusa en Rusia a los medios críticos del Kremlin.
Dimitri Muratov dijo que la etiqueta de “agente extranjero”, que busca desacreditar a los medios que reciben “financiación del exterior” y llevar “una actividad política”, obliga a los grupos de información a hacer constar este estatus en todas sus publicaciones.
Al respecto, el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió de que el premio Nobel no era un “escudo” contra este estatus. Rusia se sitúa en el puesto 150 de la clasificación de Reporteros Sin Fronteras.
“Por ahora, la libertad de prensa está amenazada”, declaró Maria Ressa cuando se le preguntó si el premio Nobel de la Paz cambiaría la situación en su país, Filipinas, en el puesto 138 de la lista de libertad de prensa realizada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).
“Es como si tuviéramos una espada de Damocles suspendida sobre nuestra cabeza”, dijo Ressa. “Hoy en día, en Filipinas, las leyes existen (…) pero informas sobre temas difíciles por tu cuenta y riesgo”.
Maria Ressa
Ressa citó el caso de su compatriota Jess Malabanan, corresponsal del periódico Manila Standard asesinado el miércoles por un disparo en la cabeza. Este periodista trabajaba sobre el tema de la guerra contra la droga.
Para RSF, si se confirmase la hipótesis de la muerte ligada su trabajo, Malabanan sería el décimo sexto periodista filipino asesinado desde que Rodrigo Duterte llegó a la Presidencia en 2016.
En espera de que se resuelvan los siete procesos judiciales que tiene pendientes en su país, Ressa tuvo que pedir permiso a cuatro tribunales de su país para poder viajar a Noruega.
En 20 años, mil 636 periodistas muertos
“Una sociedad y una democracia sanas dependen de la información fiable”, reafirmó el jueves el presidente del comité noruego del Nobel, Berit Reiss-Andersen, que atacó a la propaganda, la desinformación y las fake news, pero la prensa libre e independiente sigue bajo amenaza en el mundo entero.
Hasta el 1 de diciembre, mil 636 periodistas murieron en los últimos 20 años en el mundo, 46 en 2021, según los datos de RSF.
“Informar no debe seguir costando la vida”, insistió el secretario general de RSF, Christophe Deloire, durante la presentación del informe esta semana.
Además, nunca ha habido tantos periodistas detenidos en el mundo: 293, denunció el pasado jueves el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Estados Unidos.
Maria Ressa y Dimitri Muratov recibieron el Nobel de la Paz, un galardón compuesto por un diploma, una medalla de oro y un cheque por valor de 10 millones de coronas suecas (más un millón de dólares), en una ceremonia en el ayuntamiento de Oslo.
El resto de premios Nobel de la Paz, entregados habitualmente en Estocolmo, Suecia, tuvieron que ser entregados en mano en el país de residencia de los galardonados, por el COVID-19.