Corea del Sur vive, desde hace meses, una ola de reacción antifeminista que exige desde la eliminación del Ministerio de Igualdad de sexos y el fin de la política de cuotas. En los últimos meses un movimiento de signo contrario al feminismo invade internet y las redes sociales.
Recientemente, movimientos antifeministas, a menudo de derechas, atacaron a la triple campeona de tiro con arco durante los Juegos de Tokio, la atleta de 20 años An San, por su pelo corto, llegando a exigir que devuelva las medallas y pida disculpas.
En febrero, fue creado el canal de Youtube de uno de estos movimientos y tiene más de 300 mil seguidores; y hace poco lograron obtener excusas de una empresa, e incluso de un ministerio, por una campaña publicitaria donde, según ellos, se usan imágenes con las que “feministas radicales y misandrias” se burlan del tamaño de las partes íntimas de los hombres.
Por otra parte, responsables políticos conservadores, sobre todo dos candidatos a la presidencia, aprovecharon la ola antifeminista para exigir la eliminación del Ministerio de Igualdad de sexos, al que acusan de “agravar” las tensiones sociales en el país.
El diputado Ha Tae-keung, candidato a la presidencia por el conservador Partido del Poder del Pueblo (PPP) llamó a suprimirlo para reducir “el enorme coste social provocado por las divisiones sobre los temas de género”.
Mientras que el dirigente del PPP, Lee Jun-seok, de 36 años, también pidió su desaparición y, en varias ocasiones, se opuso a la instauración de cuotas para favorecer el acceso de mujeres a ciertos puestos.
Lee Jun-seok, cuya retórica es a menudo comparada con la del expresidente estadounidense Donald Trump, considera que las mujeres jóvenes ya no sufren discriminación ni en el acceso a la educación ni a su llegada al mercado de trabajo.
Ante ello, Jinsook Kim, investigadora en la Universidad de Pensilvania, estima que los responsables políticos se aprovechan del resentimiento de hombres frustrados para intentar asegurarse sus votos.
Pese a que Corea del Sur es una potencia económica mundial, líder en el sector tecnológico, el país sigue siendo una sociedad profundamente patriarcal, poco respetuosa de los derechos de las mujeres.