La gran conferencia sobre la biodiversidad del planeta, COP15, arranca el lunes en China con el objetivo de preservar la naturaleza del cambio climático y la acción humana, después de una década perdida a nivel mundial.
La decimoquinta Conferencia de las Partes (COP) de la Convención sobre la Biodiversidad (CDB) de las Naciones Unidas se desarrolla de forma virtual del 11 al 15 de octubre, tras varios aplazamientos a causa de la epidemia de coronavirus, meses antes de las negociaciones presenciales que tendrán lugar en Kunmíng, en el suroeste de China, del 25 de abril al 8 de mayo de 2022.
La COP15 sirve de preámbulo a la COP26 de Glasgow, Escocia, en noviembre, donde la naturaleza tendrá también un lugar importante en la lucha contra el cambio climático.
La apertura de la COP15 será “una fase básicamente protocolaria”, reveló Basile van Havre (uno de los dos copresidentes de las negociaciones) durante una rueda de prensa por internet. Servirá para oficializar el paso del testigo entre la COP14, en Egipto, y la de China.
Pekín organiza a su vez una cumbre ministerial por internet el 12 y 13 de octubre, con “98 ministros de 94 países”, según Van Havre, y también se presentará la Declaración de Kunmíng.
“Esperamos que esta declaración valore y reconozca la importancia de la biodiversidad en la salud del ser humano, así como la importancia de integrar la biodiversidad en la toma de decisiones y, finalmente que sirva de herramienta para crear un estímulo político necesario en las negociaciones”.
Elizabeth Maruma Mrema, secretaria ejecutiva de la CDB
Las delegaciones miembro de la CDB se reunieron por última vez en Roma, Italia, en febrero de 2020.
Desde entonces las negociaciones fueron de forma virtual.
¿En qué se basa y cuál es la meta del COP15 en China?
La base de las discusiones es un texto presentado en julio y que recoge cuatro grandes objetivos para 2050, con diez hitos y 21 metas para 2030.
Estas metas buscan “que al menos el 30% de las zonas terrestres y marítimas, se conserven gracias a sistemas de zonas protegidas y otras medidas de conservación eficaces”, así como limitar la contaminación de origen agrícola o de plásticos.
En cuanto al paquete económico, se propone elevar los recursos “a al menos 200,000 millones de dólares al año”, y una reducción de las subvenciones nocivas “de al menos 500,000 millones de dólares al año”.
También hay medidas para verificar el compromiso de los Estados bajo el mismo modelo de lo que se hace con el clima, para que no ocurra como en el pasado y acabe todo en buenas palabras.
Este texto es el fruto de las reuniones virtuales de los últimos meses, que no sirvieron sin embargo para resolver las divisiones de las diferentes partes del proceso.
La propuesta de proteger el 30% de los suelos y los mares en 2030, que lidera la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, presidida por Francia y Costa Rica, no tiene una aceptación unánime. Brasil y Sudáfrica, por ejemplo, se oponen según los observadores. Mientras que los científicos piden proteger la mitad del planeta.
Otros puntos de fricción son también el seguimiento de los compromisos de la Conferencia, la información sobre el secuenciado digital de los recursos genéticos y los problemas de financiación: los países en vías de desarrollo piden a los países desarrollados pagar su transición ecológica, según declaran diplomáticos franceses.
Este tema estará presente en una de las sesiones de negociación en Ginebra en 2022.
“Es preocupante que estos temas no hayan sido suficientemente estudiados”.
Li Shuo, de Greenpeace.
“La triste verdad es que los países no se preocupan por la biodiversidad de los otros países al mismo nivel que lo hacen por las emisiones” de gas de efecto invernadero, responsables del calentamiento global.
Para Shuo, la CDB no es una Convención efectiva por la falta de un verdadero impulso político.
La protección de la naturaleza encuentra muchos problemas para situarse al mismo nivel de debate y compromisos que la lucha contra el calentamiento global.
Sin embargo, las cosas van cambiando, como por ejemplo, las cientos de empresas reunidas en la coalición Business for Nature, o la donación a finales de septiembre de 5,000 millones de dólares por parte de organizaciones filantrópicas, como las de los multimillonarios Jeff Bezos y la de Mike Bloomberg, para proteger la naturaleza.