Chile decidió acabar con el último remanente de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) en una contundente votación en favor de enterrar la Constitución heredada de ese régimen, para actualizar la democracia del país a partir de un inédito proceso constituyente.
De manera abrumadora, un 78.27% de los más de 7.5 millones de votos registrados en el plebiscito del domingo fueron a favor del “Apruebo” sobre el cambio de la Carta Magna (Constitución). Un 21,73% votó por el “Rechazo”, escrutadas el 99,85% de las mesas.
¿Qué sigue para Chile y su nueva Constitución?
A partir de ahora, Chile inicia un proceso cuyo primer paso será el 11 de abril, con la elección de los 155 constituyentes que integrarán la Convención Constitucional, de carácter paritario.
Los ciudadanos votaron abrumadoramente que este órgano redacte la nueva Carta Magna (Constitución), en vez de una comisión que incluía también a parlamentarios en ejercicio.
La asamblea sesionará por hasta un máximo de un año y luego, en otro plebiscito -con voto obligatorio- se ratificará o no la nueva Constitución, que reemplazará a la redactada en 1980 por la dictadura, considerada un impedimento para avanzar en reformas sociales en Chile.
¿Qué opinan los expertos sobre la nueva Constitución en Chile?
Para Marcelo Mella, politólogo de la Universidad de Santiago, el triunfo del cambio de Constitución inicia un camino nuevo para la democracia en el país, nacida de otro plebiscito en 1988 en el que la población decidió terminar con el gobierno de Pinochet tras 17 años de dictadura.
“Supone abandonar de una vez por todas la sombra de la dictadura en lo institucional y resolver las deudas que tiene nuestra democracia y que terminan convirtiendo el juego político democrático en un juego trivial sin relevancia para una gran parte de los chilenos y chilenas”.
Si bien Chile ha vivido 30 años en democracia, las reglas por las que se rige fueron establecidas durante la dictadura. Pero una nueva realidad se abre tras el triunfo de la ciudadanía, destacado también por su respaldo a una Convención Constitucional.
Esta elección “debe ser interpretada como una reivindicación de la soberanía popular que quiere tener más incidencia en los procesos y desplazar a los partidos del papel hegemónico que tuvieron por tres décadas con el resultado de mantener el status quo institucional”, aseguró el politólogo Marcelo Mella.