En pleno proceso de transición presidencial, hasta la noche de este jueves 3 de noviembre, la gente se mantenía en las calles de Brasil, en donde las manifestaciones por las recientes elecciones no han cesado.
Los manifestantes realizan vigilias en ciudades como São Paulo y Río de Janeiro, esperando que haya una “solución” a su principal demanda: transparencia en torno a la elección presidencial.
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Mientras esto sucede, el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes, ha declarado que no dará ningún tipo de respuesta a las recientes manifestaciones y enfatizó sobre las multas que podrían devenir por estas exigencias.
El funcionario afirmó que los manifestantes podrían ser tratados como “antidemocráticos”, por lo que podrían ser sometidos “a todo el peso de la ley”.
La población que realiza protestas a las afueras de las grandes ciudades pide la salida de Alexandre de Moraes, lo que abona a la polarización de fuerzas en el país.
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Las manifestaciones han sido multitudinarias y se espera que sean mayores este fin de semana.
Por otra parte, camioneros han empezado a despejar las vías de tránsito y actualmente sólo hay cuatro puntos de congestionamiento por bloqueos: Amazonas, Mato Grosso, Pará y Rondonia, pese a que el propio presidente Bolsonaro ha pedido que se permita el libre tránsito.
Ante la inminente transición de poderes, Brasil vive una gran polarización, aunque los equipos de Bolsonaro y Lula da Silva han comenzado el proceso de entrega y recepción.