Al cumplirse una semana de la explosión ocurrida en Beirut, el pasado 4 de agosto, niñas y niños de este importante puerto de Líbano sufren secuelas psicológicas y en algunos casos, han quedado traumatizados.
A lo largo de los días se han conocido toda clase de historias relacionadas con el estallido en Beirut que destrozó el puerto y gran parte de la ciudad. No solo ha dejado marcas físicas, sino también emocionales. Siendo niñas y niños, los más afectados.
“Mamá, no quiero morir”, gritó el hijo de Hiba, de seis años, al ver la sangre en sus piernas momentos después de la segunda explosión.
Para la mayoría de niñas y niños en Beirut, las mortíferas explosiones del puerto les dejarán importantes secuelas psicológicas.
Unicef aludió al “choque” y al “trauma” padecido por los más pequeños y subrayó la necesidad de que se les atienda tras la tragedia del 4 de agosto, que causó al menos 160 muertos y más de 6 mil heridos, además de dejar sin hogar a cientos de miles de personas, incluyendo 100 mil niños, según el Fondo de la ONU para la Infancia.
Así vivieron la explosión Hiba y sus hijos
Hiba se encontraba con su hijo y su hija, una bebé de 16 días, en el salón de su apartamento, en un barrio central de Beirut, cuando la violenta explosión arrasó la capital.
“Tuve la impresión de que todo el cristal de la casa se abalanzaba sobre nosotros”, recuerda la mujer, de 35 años.
Su hijo se quedó petrificado. “Cuando vio la sangre correr por sus piernas, estaba en shock. Empezó a gritar: ‘¡Mamá, no quiero morir!'”, y se echó a sus brazos.
Tratando de recobrar la calma, Hiba intentó tranquilizarle.
“Me contestó: ‘¿Esto qué vida es? ¿Coronavirus y una explosión?'”, añade. “Imaginen, un niño de seis años que les plantea esta pregunta”.
Su bebé perdió el conocimiento. Pasaron veinte minutos “antes de que empezara a moverse o a llorar”, cuenta la madre que, a causa del shock, estuvo sin producir leche durante un tiempo.
Ahora ya ha podido darle de nuevo el pecho, pero no produce suficiente leche y tiene que recurrir a la leche en polvo.
Hiba le ha prohibido a su hijo, uno de los niños que recuerdan con horror lo ocurrido tras explosión en Beirut, ver las noticias e intenta mantenerlo ocupado todo el tiempo con los juguetes de su habitación.
Buscó consejos en internet sobre cómo hablarle de la forma más simple posible y sin traumatizarle.
“Se sobresalta en cuanto oye un ruido”, explica. “Yo paso mucho tiempo con él, por si necesitara hablar”.
– “Explosión, explosión” –
La historia de Nura y sus dos hijos a una semana de la explosión en Beirut
Nura, de 34 años, también recurrió a internet para saber cómo comportarse con sus hijos, de tres y cuatro años. Les explicó hasta qué punto ella había tenido miedo, detallando lo que había sentido de la forma más precisa posible.
“Fue un gran bum”, le respondió su hijo mayor. El más pequeño se mantuvo en silencio, pero al día siguiente, al despertar, le musitó al oído: “Tuve mucho miedo”.
También en redes sociales el traumatismo de niños y niñas es palpable
Un video viral grabado desde el ventanal de un edificio muestra el humo que se levantó tras una primera explosión, en el puerto, con las voces de una familia de fondo.
“Explosión, explosión”, tararea un niño.
Pero todo da un giro tras la segunda explosión, la más potente, que al parecer reventó los vidrios del apartamento.
“Mamá, no quiero morir”, repite, aterrorizada, la pequeña voz, entre sollozos.
La madre de una niña de tres años, que resultó herida y no tuvo la suerte de otros niños de ser salvada de entre los escombros, emocionó al país al declarar en televisión: “Quiero disculparme ante Alexandra, pues no hice que se fuera de Líbano“, en crisis.
Niñas y niños tendrán secuelas psicológicas tras explosión de Beirut
En los hospitales saturados de Beirut, se pueden observar a decenas de niños heridos, con la cara y la ropa cubiertos de sangre, ensimismados y sin decir palabra, en shock.
Según Unicef, al menos tres niños murieron y 31 fueron hospitalizados. Pero cerca de mil estarían entre el saldo total de 4 mil heridos que dejó la explosión en Beirut, agregó la agencia de la ONU, citando a otras organizaciones.
“Algunos niños padecerán ansiedad. Cualquier ruido fuerte les hará temer que el drama se repita. Tendrán miedo de dejar sus padres, hasta el punto de no querer ir ni al baño solos”.
Señala la psicóloga Sofia Meemari.
Mientras el gobierno de Líbano ha renunciado tras la explosión, los niños y niñas que recuerdan con horror el estallido, también tendrán pesadillas, episodios de mutismo, aislamiento, “pues se verán atormentados por muchas cuestiones”, prevé la organización
“No hay que obligarlos a hablar, se puede hablar del tema a su alrededor, darles la oportunidad de plantear la cuestión cuando lo deseen”.
Agrega la psicóloga, que advirtió que si el estado perdura, habrá que consultar con un especialista.
“La salud mental de los niños que vivieron la explosión de Beirut podría verse gravemente amenazada”, reaccionó inmediatamente la oenegé británica Save the Children, que advirtió que, sin un apoyo adecuado, se podrían desarrollar problemas del sueño, miedos nocturnos y “consecuencias a largo plazo”.
Según la organización, “algunos niños incluso pueden desarrollar un sentimiento de culpabilidad al pensar que lo que estaban haciendo en el momento de la explosión fue el detonante”.
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