La provincia de Salaheddin, en Irak, declaró el domingo tres días duelo, tras la muerte de 10 personas en un ataque yihadista que provocó críticas contra las fuerzas iraquíes por no lograr eliminar las células clandestinas del Estado Islámico (EI).
El viernes, el jefe de la policía federal, el general Jaafar al Batat, celebró el “éxito de la operación de seguridad total del monte Makhul”, a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad, en declaraciones a la agencia oficial iraquí.
Al día siguiente, por la noche, el grupo yihadista Estado Islámico (EI) respondió con una bomba colocada al borde de la carretera que estalló al paso de un coche de civiles.
Cuando la policía y miembros del Hashd al Shaabi, coalición de paramilitares ahora integrados al Estado, acudieron al lugar los yihadistas les dispararon.
Seis militares y cuatro civiles fallecieron en esta emboscada de los yihadistas. Una decena de días antes, otros once iraquíes, incluido combatientes del Hashd al Shaabi (Unidades de Movilización Popular, PMU), murieron en un ataque con granada en un puesto militar en la entrada oeste de Bagdad.
Unos elevados balances en un país que no sufría grandes atentados desde el anuncio hace tres años de la victoria sobre el Estado Islámico.
Resurgimiento yihadista del Estado Islámico
El modus operandi, con granadas, bombas colocadas al borde de la carretera o con armas ligeras, sigue siendo simple, señalan militares iraquíes o extranjeros de la coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos.
Pero esto no impide, según los expertos, que la rama iraquí del Estado Islámico es actualmente la más activa del grupo, que perdió en 2019 su “califato” territorial autoproclamado en Siria.
“Sus actividades han aumentado rápidamente desde febrero de 2020”, detalla un estudio publicado en noviembre por el Centro Internacional de Contra terrorismo de La Haya.
Este aumento de ataques recuerda “el resurgimiento de 2012” y saca a la luz la nueva estrategia del Estado Islámico: “pasa de la fase de reconstrucción a la de ataques relámpago de tipo guerrilla contra las fuerzas de seguridad y sus apoyos”, afirma el estudio.
“Los ataques del EI en zonas remotas son casos aislados, ahora bajo control”, celebrara el general Batat en los medios de comunicación estatales el viernes.
Paro para Jamal al-Dhari, un político sunita, la emboscada del sábado “evidencia los repetidos fracasos de la lucha contra el terrorismo” y “el gobierno de Mustafa al Kazami debe seriamente poner en marcha una estrategia nacional”.
Nueva retirada estadounidense
Según el diputado sunita Mechaane al Juburi, para mantener sus células clandestinas, los yihadistas aprovechan la geografía de la zona montañosa y desértica, como el monte Makhul “que las fuerzas iraquíes aseguraban que había limpiado hace días”.
Los últimos ataques se producen tras el anuncio de Estados Unidos de la retirada próximamente de 500 de sus soldados desplegados en Irak, para dejar solo 2 mil 500.
La casi totalidad de las tropas de otros Estados miembro de la coalición antiyihadista del Estado Islámico dejaron el país al comienzo de la pandemia de nuevo coronavirus.
En el parlamento iraquí, las fuerzas chiitas siguen reclamando la salida de las tropas estadounidenses, a las que manifestantes y fuerzas proiraníes califican de “ocupantes”.
Recientemente, la embajada estadounidense fue blanco de cohetes, un nuevo mensaje de los proiraníes para la futura administración estadounidense de Joe Biden.
Los demás miembros de la coalición no dejan de advertir sobre un posible resurgimiento del Estado Islámico.