En Unotv.com te contaremos sobre el país en el que está prohibido el chicle y te contaremos las razones.
Los chicles son golosinas que están presentes en todo el mundo, o bueno casi ya que hay un país en el que está prohibido.
[Chicle: origen, historia y dónde se inventó]
¿En qué país está prohibido el chicle?
La República de Singapur, formada por 63 islas, suele llamar la atención por distintos hechos y situaciones increíbles, por una parte el país es famoso por su pulcritud y limpieza absoluta, pero también por reprimir y castigar.
Singapur tiene la prohibición absoluta de comer chicle en sus calles, ya que en 1992 el Gobierno de la ciudad dictó una ley que prohibía la importación, fabricación o venta de este producto debido a que sus consumidores tenían conductas poco civilizadas al consumirlo.
Las personas que comían el chicle lo pegaban en puertas, mesas o paredes, lo que hacía que fuera difícil el funcionamiento de metros, trenes y elevadores; por lo que desde entonces te pueden poner una multa si eres infractor, y los reincidentes pueden ser condenados a dos años de cárcel.
Para abordar los problemas de la goma de mascar, el gobierno dio instrucciones a la Corporación de Radiodifusión de Singapur para dejar de publicar anuncios que promuevan el chicle. Además se habían indicado a las tiendas que dejaran de venderlos.
En 2004 surgió una excepción a esta medida siempre y cuando sean chicles terapéuticos y de nicotina, además de que es importante señalar que no es ilegal comerlo, pero sí lo es importarlo o venderlo; otras prohibiciones son que tampoco se puede escupir en la calle, fumar o incluso robar el wifi del vecino.
¿Por qué está prohibido el consumo de chicle en Singapur?
Singapur tiene la tendencia de tener todo limpio, cuando comenzó a enriquecerse se hizo más sencillo tener mano de obra barata para limpiar; en su mayoría se tiene la idea de inculcar los hábitos de la limpieza desde los inicios de la vida; una vez al año celebran el “día sin limpiadores”, en el que los barrenderos arrojan sus escobar y los ciudadanos son los que limpian.
Las personas que masticaban chicle ocasionaron problemas en el transporte público al quedarse en las puertas de los vagones de tren causando retrasos e interrupciones en el servicio.
Además las calles se veían afectadas por los residuos de chicle arrojados negligentemente, generando costos significativos en el mantenimiento y limpieza de la ciudad. Hoy en día la prohibición está respaldada y quienes la infringen tienen multas significativas.
Las personas que masquen chicle y peor que lo quieran dejar y ensuciar las calles, se les cobrarán multas desde los 125 mil pesos mexicanos.
A pesar de estas medidas, Singapur se mantiene como uno de los lugares más limpios y ordenados del mundo, donde la disciplina cívica y el respeto por el entorno son valores fundamentales.