La naturaleza en México sigue maravillando; ahora, un reciente estudio reveló un antiguo bosque de manglares, ubicado nada más y nada menos que en la península de Yucatán.
En lo profundo del corazón de dicho sitio, un antiguo ecosistema de manglares florece a más de 200 kilómetros del océano más cercano. Esto es inusual porque los manglares (árboles, arbustos y palmeras tolerantes a la sal) se encuentran típicamente a lo largo de las costas tropicales y subtropicales.
¿Cómo dieron con los manglares de la península de Yucatán?
Un nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, e investigadores en México, se centra en este frondoso bosque de manglares en la península de Yucatán.
Este “mundo perdido” está ubicado lejos de la costa, a lo largo de las orillas del río San Pedro Mártir, que se extiende desde las selvas tropicales El Petén en Guatemala, hasta la región de Balancán en Tabasco.
Debido a que sólo se sabe que el mangle rojo ( Rhizophora mangle) y otras especies presentes en este ecosistema único, crecen en agua salada o algo salada, el equipo binacional se propuso descubrir cómo los manglares costeros se establecieron tierra adentro, tan profundamente en agua dulce y completamente aislados.
- El hallazgo aparece en la edición del 4 de octubre de las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América.
Al integrar datos genéticos, geológicos y de vegetación, con modelos del nivel del mar, el estudio proporciona un primer vistazo de un antiguo ecosistema costero.
“La parte más sorprendente de este estudio, es que pudimos examinar un ecosistema de manglar que ha estado atrapado en el tiempo, durante más de 100 mil años.”
Octavio Aburto-Oropeza, coautor del estudio y ecólogo marino del Instituto Scripps de Oceanografía en UC San Diego y PEW Marine Fellow
¿Qué hay de raro en el hallazgo?
Combinando múltiples líneas de evidencia, el estudio demuestra que el raro y único ecosistema de manglares, en la península de Yucatán, es una reliquia; es decir, organismos que han sobrevivido de un período anterior, de un pasado mundo más cálido, cuando los niveles relativos del mar eran de seis a nueve metros (20 a 30 pies) más alto que en la actualidad, lo suficientemente alto como para inundar las tierras bajas de Tabasco en México, y llegar a lo que hoy son selvas tropicales a orillas del río San Pedro.
El estudio da una visión importante del pasado en dicho sitio, y revela los cambios sufridos por los trópicos mexicanos durante las edades de hielo. Estos hallazgos también abren oportunidades para comprender mejor los escenarios futuros de aumento relativo del nivel del mar, a medida que avanza el cambio climático, en un mundo dominado por humanos.
Previo al estudio, ¿ya había sido localizado este bosque de manglares?
Carlos Burelo, botánico de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, y nativo de la región, llamó la atención del resto del equipo sobre la existencia de este ecosistema relicto en 2016:
“Solía pescar aquí y jugar en estos manglares como un niño, pero nunca supimos con precisión cómo llegaron allí. Esa fue la pregunta principal que unió al equipo.”
Carlos Burelo, botánico de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
El trabajo de campo de Burelo y los estudios de biodiversidad en la región, sentaron las bases sólidas del estudio. Su notable descubrimiento del ecosistema antiguo está documentado en “Memorias del futuro: el descubrimiento moderno de un ecosistema relicto”, un cortometraje producido por el alumno de Scripps Ben Fiscella Meissner (MAS MBC ’17).
El trabajo de campo en la península de Yucatán fue dirigido por los ecologistas del equipo: Octavio Aburto-Oropeza, Paula Ezcurra, Exequiel Ezcurra de UC Riverside y Sula Vanderplank de Pronatura Noroeste. Al visitar los sitios de estudio varias veces a partir de 2016, recolectaron rocas, sedimentos y fósiles para analizar en el laboratorio, ayudándoles a identificar evidencia del pasado que sea consistente con un ambiente marino.
Los autores señalan que la región que rodea los sitios de estudio fue deforestada sistemáticamente en la década de 1970, por un plan de desarrollo equivocado; las orillas del río San Pedro sólo se salvaron porque las topadoras no pudieron alcanzarlo.
El área todavía está amenazada por actividades humanas, por lo que los investigadores enfatizaron la necesidad de proteger en el futuro esta área biológicamente importante.