Entrar a esta hacienda es regresar un siglo entero en la historia, cuando las haciendas de henequén eran el principal motor económico de Yucatán.
La Hacienda San Miguel Chac es de las pocas “haciendas vivas” que siguen trabajando el henequén, tal como se hacía el siglo pasado, cuando la planta era considerada el “oro verde” y Yucatán el único exportador de esta fibra.
Al respecto, Saúl Baas, gerente de la hacienda, explica:
“En Yucatán llegaron a haber más de mil 400, mil 500 haciendas henequeras, de las actuales, en el siglo XXI, 2022, solamente quedan 19 plantas en todo Yucatán”.
Saúl Baas, gerente de la Hacienda San Miguel Chac
Ver el proceso del desfibrado del henequén es un viaje en el tiempo. El agave llega a la hacienda, aquí se selecciona y pasa por esta desfibradora que tiene más de 100 años y no ha dejado de dar batalla.
Una vez desfibrada, por medio del truck y apoyado de un asno, es llevado al proceso de secado en el que participan don Silvestre y sus hijos, quienes lleva más de 25 años trabajando la planta.
“Es un orgullo trabajarlo, la verdad es un orgullo trabajarlo porque nadie lo trabaja. Todos esos que están allá son mis hijos… Yo les enseñé el trabajo, a cortar, a sembrar, a todo, no me han abandonado hasta ahorita, siguen conmigo”.
Silvestre Collí, trabajador de Hacienda San Miguel Chac
¿Para qué se usa el henequén?
Esta fibra era utilizada para la fabricación de sogas y cordeles, principalmente. En la actualidad, su consumo se destina también a la elaboración de artesanías como alfombras, tapices, tapetes y hamacas; así como pasta de papel y abono. Algunos más le han apostado a la elaboración de bebidas alcohólicas, a la fabricación de etanol y de plásticos biodegradables a partir de su fibra.
“Va a ir resurgiendo nuevamente, esto va a hacer que el petróleo vaya bajando un poco más, y el henequén vaya resurgiéndose en la creación de nuevos productos”.
Saúl Baas, gerente de la Hacienda San Miguel Chac
Actualmente, la superficie cultivada de henequén alcanza 15 mil hectáreas en 16 municipios de Yucatán, donde participan entre 3 mil 500 y 6 mil campesinos, así como 11 empresas privadas para producir 8 mil toneladas anuales.
Haciendas como San Miguel Chac siguen vivas por la fuerza de la nostalgia y la fe de que pronto el llamado “oro verde” resurja en Yucatán.