El dios K’iin ilumina el Templo de las Siete Muñecas en el equinoccio de primavera en Yucatán
El resplandor del dios K’iin, el dios sol de los mayas, iluminó el Templo de las Siete Muñecas, un fenómeno que, año con año, marca el inicio de la primavera, el equinoccio de primavera, la nueva estación, la de la siembra.
En esta ciudadela maya de Dzibilchaltún, que tuvo su mayor apogeo en el Clásico Tardío, entre el 650 y 950 d.C., decenas de turistas se reunieron esta mañana para observar el fenómeno arqueoastronómico, una muestra del conocimiento astronómico de los mayas y la perfección de sus construcciones, diseñadas con precisión para generar estos juegos de luz y sombra.
Los ejemplos más conocidos son el descenso de Kukulcán en Chichén Itzá y este paso del Sol que ilumina el interior del Templo de las Siete Muñecas.
Aunque el cambio de estación ocurrió el 20 de marzo a las 3:01 horas, los fenómenos arqueoastronómicos que registraban los mayas durante los equinoccios de primavera pueden observarse días antes.
En Dzibilchaltún, K’iin, el dios sol de los mayas, hizo su aparición por el oriente de la zona arqueológica de Yucatán para el equinoccio de primavera y, minutos después de las 7:00 de la mañana, atravesó resplandeciente el Templo de las Siete Muñecas.
¿Qué es el equinoccio y cómo se vio en el Templo de las Siete Muñecas?
El equinoccio es un fenómeno que ocurre cuando los rayos del sol cruzan exactamente por el ecuador, lo que provoca que el día y la noche tengan la misma duración. Esto sucede dos veces al año: en primavera y en otoño.
- Los antiguos mayas lo utilizaban para determinar los tiempos de cosecha; hoy, las personas lo consideran un momento para “cargar” energías.
La zona arqueológica de Dzibilchaltún, cuyo nombre significa “el lugar donde hay escritura en las piedras planas”, será testigo de este fenómeno nuevamente el 22 y 23 de septiembre. Quienes deseen presenciarlo pueden acudir a partir de las 5:30 de la madrugada, a la antigua ciudad maya, ubicada a 10 minutos de Mérida.
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Estos días se puede observar la increíble precisión de la astronomía maya integrada en su arquitectura. Los mayas utilizaban el Sol como base para la planeación de sus vidas, ya que dependían de la agricultura. Con el equinoccio de primavera iniciaban la siembra, y con el equinoccio de otoño, la cosecha.
“Este evento arqueoastronómico es muy, muy importante. ¿Qué marca? Marca el inicio de la primavera, el inicio de una era para ellos, un cambio en el año, un nuevo cultivo, un nuevo comienzo. Siempre esperan las buenas dádivas de sus deidades. Esto es lo que la gente viene a disfrutar y a presenciar: cómo K’iin, el sol, atraviesa directamente el Templo de las Siete Muñecas. Muchas veces se puede ver al Sol coronando las Siete Muñecas”.
Federica Sodi, directora de la zona arqueológica de Dzibilchaltún
