En el estado de Veracruz hay una escuela que prepara a los niños para ser los próximos voladores de Papantla, con el objetivo de preservar esta tradición admirada por turistas y locales.
De acuerdo con información emitida por el Gobierno de Veracruz, la escuela de niños voladores de Papantla está ubicada en el parque Takilhsukut y recibe cerca de 65 niños y jóvenes, a quienes no sólo se les enseña a volar: también aprenden la lengua totonaca y su cultura.
“A la escuela, los jóvenes vienen a revalorar el ritual como algo que es para la vida, para la integración espiritual, mental y emocional”.
Francisco Hernández, maestro
Historiadores creen que este ritual se originó con las etnias nahuas, otomíes y huastecas en el centro de México, y luego se extendió a la mayor parte de Mesoamérica.
- Gracias a la escuela, se perpetúa esta tradición que, expertos creen, data de hace 600 años antes de Cristo.
“La idea de crear una escuela de voladores surge hace 17 años, pensando a quién dejarle esa herencia, y buscando que la ceremonia no se pierda”.
Cruz Ramírez, abuelo volador de Papantla
El significado de su danza
Una de las danzas más fascinantes de México sucede en los cielos, alrededor de un enorme tronco al que suben cuatro jóvenes intrépidos, quienes descienden dando vueltas mientras se encuentran sujetados por los pies con una cuerda; un quinto, desde lo alto, toca la flauta para acompañar este ritual místico.
En el rito de los voladores de Papantla, el cuarteto desciende desde casi 30 metros de altura para representar a los cuatro puntos cardinales y pedir por la fertilidad de la tierra, en un acto que también simboliza una lucha por preservar esta tradición milenaria.
Según la leyenda, al multiplicar las 13 vueltas por cuatro, resultan 52 giros, que es el número de años del Xiuhmolpilli, un calendario de 365 días usado por los mexicas y otros pueblos nahuas en el centro de México.
- La danza es una ofrenda que los habitantes del Totonacapan organizaron para terminar con la enorme sequía.
“Esa tarea fue encomendada a cinco jóvenes castos, quienes subieron al árbol más alto y se lanzaron como pájaros”. contó Cruz Ramírez, abuelo volador de Papantla.
Los primeros hombres-pájaro vestían plumas de guacamayas, águilas y cuervos. Hoy se visten con manta blanca y un gorro cónico que alude al quetzal, con listones que representan el arcoíris y flores tejidas que simbolizan la fertilidad.
Nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009, el ritual tiene su máxima festividad en la Cumbre Tajín, celebración de la cultura de los indígenas totonacas.
¿De qué viven los voladores de Papantla?
Al tratarse de una ofrenda milenaria, estos personajes no cobran por realizar la danza, a diferencia de aquellos que se establecen en otros centros turísticos para intentar ganarse la vida con el espectáculo.
Uno de los mayores cambios para los voladores de Papantla son las condiciones laborales, pues han ganado derechos, como un seguro de riesgo que los cubre dentro de México y en giras internacionales.
“Hace 12 años no teníamos ni seguro de vida ni seguro de riesgo, no teníamos absolutamente nada”.
Cruz Ramírez, abuelo volador de Papantla.
El maestro volador dijo que fue en 2009 cuando se firmó un convenio para la protección del legado, incluido el seguro.
En lugares como la Riviera Maya (sureste) o el Museo de Antropología de la Ciudad de México, los voladores de Papantla viven de las propinas de los visitantes que observan el descenso en 13 vueltas, como dicta la tradición prehispánica.