La Casa del Migrante de San Luis Potosí cerró sus puertas para evitar el hacinamiento. Se trata del centro de asistencia más importante en la zona centro del país para los indocumentados.
Su capacidad máxima es de 500 personas, misma que se alcanzó a inicios del mes y después se tuvieron que habilitar estancias para albergar a un mayor número de migrantes.
“Al no tener ya ningún espacio libre, porque están ocupadas las canchas, están ocupados los pasillos, todos los salones que tenemos, incluso el de reuniones, ahorita es dormitorio, por lo tanto, nos vimos en la necesidad de manifestar que el albergue estaba cerrado”, detalló Marco Luna, director de la casa del migrante.
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Debido a la sobrepoblación, las autoridades de este refugio decidieron dar prioridad de ingreso a los grupos vulnerables.
“La prioridad de nosotros es no dejar fuera de la Casa a mamás con sus hijos, aunque a veces también es muy complicado por el tema de la familia dentro de la casa. No tenemos espacios para una familia, más bien, tenemos que separar a la población varonil de la población femenina junto con sus niños”, abundó Luna.
Los hombres duermen al exterior, la mayoría sobrevive de la caridad, ya que los pocos recursos con los que partieron de sus países de origen, se han terminado.
“Tenemos ya un mes y medio aquí. Vengo con mi sobrino Antonio Altube, que también tiene discapacidad de un brazo, pero ya no tenemos donde refugiarnos, no tenemos dinero, no tenemos nada y ya queremos en verdad llegar a nuestro destino”, señaló, por su parte, Luis León, migrante venezolano.
Anteriormente, en este punto el tren se detenía, pero desde hace algunas semanas acelera su marcha para evitar que los migrantes puedan abordarlo. Quienes viajan solos se arriesgan a subir a “La Bestia”, el resto quedan varados.
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“Sí, se está complicando mucho, mire cómo va el tren, no podemos arriesgar nuestras vidas porque, en verdad, tengo familiares que le han cortado las piernas el tren y ya tenemos experiencia de eso, entonces no queremos más de eso, queremos por favor que nos den la ayuda humanitaria, que se pare por lo menos para llegar a nuestro destino”, abundó Luis León.
Con el cierre de la Casa del Migrante, algunos indocumentados decidieron internarse a la ciudad que ha visto incrementado el número de personas pidiendo caridad en cruceros y áreas públicas, donde, en ocasiones, también pasan la noche.