Las casas de al menos 12 familias presentan diversas cuarteaduras en Puebla; uno de esos inmuebles es el de Baltazar, quien forma parte de los otros afectados por el socavón de Santa María Zacatepec.
“Apenas en la semana pasada llegaron los de Protección Civil de aquí del estado y checaron todo. Nos dijeron que probablemente si nos van a apoyar con la reconstrucción de la casa, la pintura, el revocado, dependiendo de lo que tenga”.
Baltazar Pérez, vecino afectado por cuarteaduras
Como la de Baltazar, hay al menos 12 familias cuyas casas presentan diversas cuarteaduras. A ellos se suman 35 dueños de predios, que llevan casi tres semanas sin poder trabajar sus cultivos.
Las viviendas afectadas por los derrumbes del socavón están ubicadas a unos 300 metros de la zona del acordonamiento. Personal de Protección Civil y de Infraestructura del Gobierno de Puebla ha visitado las casas, pero será hasta que concluyan los estudios cuando les digan a sus dueños si habrá algún apoyo.
En tanto, la Secretaría de Desarrollo Rural realiza inventarios y, junto con autoridades ejidales y municipales, evalúa apoyar a productores de maíz, frijol, alfalfa, pasto de ornato y legumbres, pues hasta el momento siguen sin poder trabajar sus tierras.
“Tengo sembradíos de maíz y frijol, ya no nos dejan entrar, ya venía la yunta, pero ahora nada más hay tres zurquitos. ¿De qué nos vamos a sostener, de dónde? Los curiosos, que vienen a ver, pisan la milpa, dejan basura”.
María Félix Coutle, ejidataria afectada
¿Quiénes se han beneficiado del socavón de Puebla?
A pesar de los daños colaterales, también hay quienes se benefician del socavón. Es el caso de Marisela, cuya casa registra cuarteaduras, pero vio oportunidad de emprender un negocio y vende gorditas y quesadillas a los turistas.
“Ya estamos muy bien, fuera del peligro y del susto, nuestras autoridades nos dicen que está muy bien todo y aquí estamos gracias a Dios esperando mucha gente de visita”.
Marisela Páez, vecina afectada que emprendió negocio.
Elementos del Ejército Mexicano resguardan la zona, donde, a pesar de las restricciones, a diario llegan personas para tomarse fotografías, comprar el pan del socavón o hasta dedicarle canciones al hundimiento.