Sonríen a la cámara, saludan de forma efusiva, Jesús y Brandon se han hecho virales en los últimos días, porque el pequeño de los Burgos de sólo 11 años de edad, tatúa con maestría; sin embargo, más allá de la tinta, hay una historia de amor y lucha que la pandemia por COVID-19 fortaleció.
¿Quiénes son Brandon y Jesús, más allá del tatuaje?
Muchos conocieron la historia de Brandon por su edad y los tatuajes, se centraron en eso; sin embargo, pocos saben que quiere ser marino, que su prioridad es la escuela, y que su papá es su mejor amigo y mentor que lo ha apoyado desde que nació.
Jesús es padre soltero, cocina para su hijo, va a la escuela por él y está pendiente de que sus calificaciones no bajen, fue la única condición que le puso para enseñarle el oficio que lleva el pan a la mesa, ser tatuador.
“Desde chico me gustaba mucho dibujar, yo veía a mi papá y le dije si me podía enseñar, y me dijo que con una condición, que le entregara buenas calificaciones en la escuela”.
Brandon Burgos.
“Lo veía cómo dibujaba, yo soy padre soltero y me di cuenta de que tenía facultades”, dice Jesús después sin ocultar la sonrisa, se le infla el pecho y reitera que “debemos de apoyar a nuestros hijos” antes de abrazar a Brandon.
La pareja convivió más tras la pandemia de COVID-19, el hecho de mantenerse en casa debido al confinamiento despertó en ambos una camaradería única, no porque antes no la hubiera, resaltan ambos, sino porque pasar más tiempo juntos solidificó su amor.
El padre aclara, “lo de Brandon es sólo un hobby”, ambos tienen claro que la prioridad siempre va a ser la escuela. Sonríe de nuevo cuando le pregunto “qué se siente ser el héroe de Brandon”. Jesús no oculta lo que siente, tampoco lo que un padre debe hacer, sobre todo uno que hace la labor de “mamá” también, apoyar al pequeño hasta donde él le diga.
Hay clientes en el estudio de tatuaje ubicado en la zona norte de Puebla que ya buscan a Brandon, la pandemia los unió y en estos meses de confinamiento se conocieron como amigos, “se convirtió en mi asistente por las circunstancias”, dice Jesús, y le pide a otros papás, ver las cualidades de sus hijos y ayudarlos.
“Hay muchos niños que tienen talento, pero no lo pueden sacar porque sus papás no los apoyan, mi papá me ha estado apoyando y se lo agradezco, ayuden a sus hijos”
Brandon Burgos.
La colonia 10 de mayo, cerca del estadio de la Franja, al norte de Puebla es su templo. El estudio de tatuajes, que ha llevado Jesús por varios años y con lo que ha sacado adelante al pequeño, es cálido. Los vecinos y clientes ya no sólo lo reconocen, sino que lo volvieron parte de la comunidad, de la magia de las calles de Puebla que a veces encierran historias, que no se leen todos los días.
Muchos vecinos saben que hay un local de tatuajes, pero desconocen que en pocos días, ese local ya ha tenido visitas de medios locales, y hasta internacionales que se han dado cita para conocer “al niño tatuador”, como lo bautizaron algunos, sin saber, que detrás de las cámaras, siempre va a estar, un papá orgulloso, aunque no se dedique más a esto.
Eso sólo lo saben aquellos que conocen bien a Jesús y Brandon, los vecinos, amigos y clientes que, “gracias a los ángeles”, aseguran el pan en la mesa de ambos. Que detrás de cada entrevista o fotografía al pequeño, hay una historia de lucha, de perseverancia y sobre todo, de amor intenso, basta ver la relación que ambos llevan para comprender que cuando el estudio cierra, cuando la jornada laboral termina, persiste siempre una relación que va… más allá de la tinta.