La penitencia, plegarias, fe y agradecimiento a Jesucristo, a través del dolor físico, conforman la Procesión de los “Engrillados”, que se realiza el Viernes Santo en el municipio poblano de Atlixco.
Tras dos años de suspensión por la pandemia, este 2022 regresó la tradición de más de cien años de antigüedad.
Esta vez, el recorrido fue distinto debido a que aún hay riesgo de contagios por COVID-19, por lo que los organizadores dejaron atrás el trayecto de cuatro kilómetros por las calles y solo se realizó una procesión en las inmediaciones del Templo de San Francisco.
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Alrededor de cuarenta hombres, de entre 18 y 70 años de edad, participaron en esta edición de la procesión, donde portaron espinas en la cabeza, piernas y brazos.
Además, cargaron en su espalda cadenas de entre 40 y 60 kilogramos, apoyados por familiares. Los “Engrillados” se reunieron en el templo y, con los rostros cubiertos, experimentaron el dolor de su penitencia.
Descalzos, caminaron soportando los intensos rayos del sol, el peso de las cadenas y las heridas causadas por las espinas.
“En algún momento de la vida pedimos a Dios algún favor y hoy es el día de agradecerlo. En estos tiempos de pandemia mucha familia se enfermó, una resistió, otra ya no está, pero gracias a Dios aquí estamos y vamos a cumplir”.
Marco, engrillado de Atlixco.
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“Hace tiempo le prometí a Dios, nuestro señor, venir por mi hijo; gracias a él mi hijo está bien, mi hijo está vivo y ahorita vengo por otra promesa igual, ya que mi esposa está embarazada y vengo a pedirle que mi bebé nazca bien y mi esposa también esté bien”.
Víctor, engrillado de Atlixco
Los “Engrillados” tuvieron una preparación espiritual durante toda la Cuaresma. Algunos participantes son migrantes que llevan años trabajando en Estados Unidos y quienes durante Semana Santa regresan a su lugar de origen para participar en la Procesión, ya que cumplen mandas y agradecen por la salud y trabajo a lo largo del año.