Puebla es la tierra del mole, de los chiles en nogada y del dulce de camote, y sobre este último, ¿sabías que hay historias y leyendas curiosas que giran en torno a su creación y su origen? Sin embargo, todas coinciden en algo: fue hecho en un convento, sitio que guarda una relación mágica con la gastronomía poblana.
¿Cuál es la historia del camote de Puebla?
Las leyendas sobre el origen del camote de Puebla son vastas y cada una llena de una profunda identidad a lo que representa este dulce en la gastronomía del estado.
Cuenta una de las historias que había un convento de monjas dedicadas a la enseñanza para niños. Cierto día, uno de los pequeños le jugó una broma a una monja que tenía una olla al fuego. Para hacerlo, agarró un camote, lo echó a la olla, lo revolvió con azúcar y lo batió para que se formara una masa que fuera difícil de quitar a la hora de lavar. Al poco rato, llegó la monja, probó la “revoltura” y le gustó, por lo que decidió ponerla en charolas y le dio a probar a todos, quienes, fascinados, empezaron a comerlo de postre.
Otra de las leyendas apunta a una mujer llamada María Guadalupe, quien llegó al convento de Santa Clara de Jesús. La joven extrañaba a su padre y decidió hacerle un regalo. Por ello, tomó de la huerta unos camotes y los coció. Posteriormente, les agregó azúcar, raspadura de limón y lo revolvió hasta formar una masa.
Dicen que la “inspiración divina” tocó a María Guadalupe cuando llegó al convento en Puebla, por lo que muchas veces asocian a este dulce típico con probar una experiencia “angelical”.
La última leyenda apunta a una niña de sólo 13 años, curiosamente llamada Angelina, quien, en la tierra de ángeles, mostró habilidades en la cocina del convento, la cual recibía muchos donativos de camotes de la mixteca poblana, por lo que el menú incluía muchos platillos con este tubérculo en el convento de Santa Inés.
Angelina había demostrado muchas habilidades para la cocina, por lo que quedó a cargo de la despensa. Un día, la madre superiora anunció la visita del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz y Sahagún. Pese a sus pocos recursos, deseaban agasajarlo con algunas delicias. Angelina tuvo la idea de preparar unos dulces con camote. Aunque ninguna de las monjas apoyó su iniciativa, decidió poner en marcha su receta.
Ella confiaba en el camote de Puebla y decidió hervirlo en agua y agregarle piña y azúcar hasta formar una pasta que separó en versiones individuales, y que fascinaron al obispo que tenía que viajar por tramos largos, por lo que la idea de poder llevar muchas muestras le encantó.
Angelina fue enviada al convento de Santa Rosa como premio, pero era evidente que no tenía vocación de monja. Años después abandonó los hábitos, contrajo matrimonio y formó una familia numerosa. Gracias a sus habilidades culinarias, instaló un expendio de dulces junto al convento de Santa Clara.
Si bien no se sabe con exactitud cuál es la verdadera historia del camote en Puebla, lo cierto es que poco importa, sobre todo cuando tienes la posibilidad de probar uno de los diferentes sabores como piña, guayaba, coco, limón o fresa, que hacen de esta experiencia algo casi religioso si visitas Puebla.