El antiguo penal de Topo Chico, en el estado de Nuevo León, cumplió su primer año cerrado tras darse a conocer que dicho lugar ya no sería para que los reos cumplieran sus condenas, sino como un sitio de recreación para la ciudadanía.
Así, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, conmemoró el primer aniversario del cierre del penal del Topo Chico, sesionando con una Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, desde el Nuevo Penal de Apodaca II, adonde finalmente fueron trasladados muchos de los hombres privados de la libertad que habitaban el viejo reclusorio.
Un trozo de historia del penal de Topo Chico
El penal de Topo Chico fue inaugurado el 3 de octubre de 1943, su apertura fue encabezada por el entonces gobernador Bonifacio Salinas. Inicialmente fue hecho para 600 internos, aunque llegó a tener una población de 6 mil reos.
Este lugar es recordado por varias peleas, motines e incluso masacres; uno de los incidentes más recordados por la sociedad ocurrió hace pocos años, en febrero de 2016, cuando se registró un fuerte enfrentamiento de internos que dejó al menos 49 muertos.
Tiempo después de este acontecimiento, las autoridades del estado dieron a conocer que el penal de Topo Chico sería cerrado definitivamente, y los prisioneros reubicados a los ceresos de Apodaca y Cadereyta, en Nuevo León.
Una vez que los reos ya no estaban en esta prisión, comenzó la demolición de lugar, ya que en su lugar se construirá el Parque Libertad, siendo la próxima semana cuando se licite la primera fase del proyecto, el cual contempla una inversión de 110 millones de pesos.
“Algunas acciones van a ser básicamente el bosque, andadores, diferenciar los módulos en donde va la tecnología y se trabajará en todo lo que es juegos interactivos, para entregarle a la sociedad un área que va a administrar el Parque Fundidora.”
Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León.
El mandatario pudo constatar que, gracias al cambio que hubo al Nuevo Penal de Apodaca II, los reos viven en un lugar más seguro, dando mayor tranquilidad a sus familias, al ya no existir las extorsiones de las que eran víctimas por parte de sus propios compañeros en el penal de Topo Chico.