Entre el 10 y 11 de febrero de 2016 se registró una masacre en el ahora extinto penal de Topo Chico, que tenía su sede en Monterrey, Nuevo León: en las áreas C2 y C3 tuvo lugar una riña entre miembros de los grupos del crimen organizado Los Zetas y el Cártel del Golfo, dejando 50 muertos y 50 heridos, aunque las cifras aún se discuten hasta la actualidad.
El gobernador de Nuevo León y excandidato presidencial, Jaime Rodríguez Calderón, mejor conocido como “Bronco”, anunció una cifra de 52 personas fallecidas; sin embargo, los números se debatieron, pues algunos especialistas aseguran que la masacre ocurrida en el penal Topo Chico fue la riña que más muertos ha dejado en la historia de las penitenciarías mexicanas.
Masacre en Topo Chico
La pelea sucedió entre dos grupos antagónicos del crimen organizado, supuestamente liderados por Jorge Iván Hernández Cantú, alias el “Credo”, y Juan Pedro Saldívar, alias el “Z-27”; la masacre en el penal de Topo Chico comenzó cuando algunos reos prendieron fuego al almacén, provocando un incendio sin dañar los dormitorios de los compañeros.
- Los cuerpos de las víctimas fueron trasladados al Servicio Médico Forense (Semefo).
Las autoridades tuvieron que enviar a algunos reos del penal de Topo Chico a otros centros de reinserción social vecinos, y descartaron fuga de presos. Los familiares de los reos se agolparon en los alrededores del centro, en espera de más información, luego de que la noticia de una masacre dentro del penal de Topo Chico llegó a los noticiarios nacionales.
Cuchillos y martillos fueron las armas que los internos del penal de Topo Chico usaron durante la masacre que tuvo lugar por la noche. En octubre de 2020, el penal de Topo Chico cerró sus puertas para convertirse en parque público, por mandato del gobernador Rodríguez Calderón. Ese parque se construyó con el apoyo de empresarios de la industrializada Sultana del Norte.
El penal de Topo Chico fue inaugurado el 3 de octubre de 1943. Fue hecho para 600 internos, aunque llegó a contener a 6 mil. Durante 76 años, fue sede de más de una masacre, motines, incendios, epidemias y disputas del crimen organizado. Tráfico de alcohol, armas, drogas, celdas con privilegios, cuotas a familias de internos e impacto en la actividad criminal al exterior, algunas de las prácticas documentadas.