En Michoacán se encuentra la iglesia de San Juan Parangaricutiro, la cual fue sepultada parcialmente por la erupción del volcán Paricutín; sin embargo, el pueblo no corrió con la misma suerte.
¿Qué pasó en la iglesia de San Juan Parangaricutiro tras la erupción del volcán?
Fue hace 78 años, cuando la erupción que marcó el nacimiento del volcán Paricutín, el 20 de febrero de 1943, se convirtió en un hecho de relevancia nacional e internacional por ser uno de los volcanes más jóvenes del mundo. Su impacto atrajo la atención de expertos en vulcanología, científicos, artistas, cineastas y escritores.
En ese entonces, fueron evacuados todos los habitantes de San Juan Parangaricutiro, antes de que la lava del recién nacido volcán causara víctimas humanas. Tras su estallido, se pensó que todo iba a quedar sepultado en la lava y la piedra volcánica; sin embargo, cuando el Paricutín surgió con furia de las entrañas de la tierra, sólo le perdonó la vida a esta iglesia que se alza ahora entre un mar de lava negra petrificada.
El volcán creció hasta alcanzar los 423 metros de altura, estuvo activo durante nueve años y su lava se extendió 10 kilómetros a la redonda. La prensa internacional dijo en ese entonces: “El volcán más joven del planeta está en México”.
¿Cómo luce la iglesia sepultada por el volcán Paricutín?
A pesar de que el volcán Paricutín arrasó con los pueblitos de Michoacán a las orillas de su falda, una iglesia no cedió del todo: se trata de la construcción del siglo XVIII conocida como el templo del Señor de los Milagros.
Su torre izquierda, sus muros posteriores y el altar resistieron de forma estoica la furia del volcán Paricutín. De esta forma, México cuenta con su propia versión de Pompeya en el estado de Michoacán, donde parte de la estructura de esta iglesia marca el sitio donde se encontraba el pueblo de San Juan Parangaricutiro.
El sitio es muy visitado por turistas que admiran un paisaje que pareciera de otro mundo, a excepción de los restos de esta iglesia, de la que sobrevive también el campanario, parte de la fachada y un nicho al que los fieles aún acuden a orar y colocar veladoras.