En Michoacán, los restos óseos de una mujer de élite de casi mil 400 años de antigüedad, que fueron localizados en el municipio de Tingambato, junto con más de 19 mil objetos, fueron analizados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Gracias a estos, se pudo determinar que se trata de una joven de élite entre los 16 y 19 años, y que se trata de uno de los entierros más importantes en la arqueología del occidente de México y del estado de Michoacán.
¿Qué dijo el INAH de los restos de la mujer de más de mil años de antigüedad en Michoacán?
Fue en 2011, tras el hallazgo de la Tumba II en la Zona Arqueológica de Tingambato, cuando parte de los investigadores de INAH encontraron los restos óseos de una mujer, así como más de 19 mil objetos, cuyo estudio reveló aspectos de este personaje de élite local que murió en 630 d.C.
Sin embargo, fue hasta 2016 cuando los análisis de estos materiales comenzaron, cuando el arqueólogo José Luis Punzo Díaz, investigador del Centro INAH Michoacán, retomó la exploración del sitio como parte del Proyecto Arqueología y Paisaje del Área Centro–Sur del estado.
Quien indica que los resultados revelan la trascendencia de este entierro y del personaje inhumado, y lo colocan como uno de los más importantes en la arqueología del occidente de México, en particular de Michoacán.
¿Cómo fueron localizados los restos de la joven de élite en Tingambato, Michoacán?
De acuerdo a información dada a conocer por el INAH, los restos óseos de la mujer fueron hallados dentro de una cámara funeraria construida a cinco metros de profundidad, con fuertes paredes de piedra y un techo abovedado de lajas en sentido de espiral, donde fue inhumada con un rico ajuar compuesto por 19 mil 428 objetos de concha y lapidaria.
Alejandro Valdés Herrera, integrante del proyecto de investigación, los análisis osteológico y de ADN antiguo, confirmaron que los restos depositados en la Tumba II, pertenecían a una joven mujer de entre 16 y 19 años.
“Su antigüedad se remonta hacia el año 630 d.C., de acuerdo con el análisis de colágeno por radiocarbono hecho en el Laboratorio de Espectrometría de Masas con Aceleradores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyo dato coincide con la etapa de mayor crecimiento de Tingambato, de 550 a 850 d.C”
Destaca el parte oficial del INAH
Reconstruyeron cráneo de la mujer de élite hallada en Tingambato, Michoacán
Debido a la fragmentación y malas condiciones de conservación que presentaba el cráneo, se hizo una cuidadosa reconstrucción en el Laboratorio de Antropología Física del Centro INAH-Michoacán, a cargo del antropólogo Carlos Karam Tapia, donde se descubrió que presentaba deformación cefálica intencional del tipo tabular erecta, así como trabajos de modificación dental.
“Si bien estas modificaciones eran recurrentes en su tiempo, se asocian a ciertos grupos de la sociedad, lo que nos lleva a pensar que era parte de la élite local. Por otro lado, al analizar su dentadura observamos que las modificaciones no estaban desgastadas ni presentaban evidencias de uso, por lo que pudieron haber sido realizadas en un momento cercano a su muerte”
Explicó Valdés Herrera
Gracias a los estudios realizados, se determinaron diversas paleopatologías, que indican que sufrió periodos de enfermedad como fiebre y un grado leve de desnutrición, aunque no parecen ser la causa de muerte, la cual aún se desconoce.
¿Qué se sabe de los objetos con los que fue encontrada por los investigadores del INAH?
Al analizar el conjunto de materiales que formaban concentraciones en ciertas áreas de los restos mortales, colocados sobre una cama de piedras lajas, se observó que se trataba de un ajuar funerario, que por la cantidad y calidad de los objetos, así como por su temporalidad y estar asociados a una sola persona, se considera uno de los más importantes encontrados en el occidente mexicano, recalca el comunicado del INAH.
Al analizar los 18 mil 601 elementos elaborados con conchas marinas, se determinó que la mayor parte de las cuentas y pendientes son de la especie Spondylus princeps, proveniente del Pacífico, peculiar por su tonalidad anaranjada, la cual fue altamente apreciada por las culturas antiguas. De ese universo, resaltan por su cantidad, tres mil 38 caracoles usados como sartales.
El pectoral que portaba, perteneciente a la tradición de ropa enconchada, fue complementado con 10 anillos hechos también con concha, uno en cada dedo, y en los tobillos presentaba sartales de cuentas en forma cilíndrica de la especie Tripsycha tripsycha, así como cascabeles elaborados con caracoles marinos.
También, cerca del cráneo se localizó una diadema de placas de concha, además de una orejera compuesta, tipo discoidal con cuenta cilíndrica central —similares a las utilizadas en el área maya, aunque en este caso hecha con concha y no con jade—; así como más de dos mil caracoles pequeños del género Olivella, los cuales se cree fueron insertados directamente en el cabello de la joven, pues no se encontraron sobre el cráneo sino dispersos a su alrededor.
También, fueron hallados cinco átlatl o lanzadardos rodeando el cuerpo de la joven, cuatro de ellos presentan agarraderas de concha y uno más de piedra verde; se trata de versiones de lujo de estas armas y manifiestan el carácter guerrero de esta mujer.
- En los estudios de identificación mineral, se contó con el apoyo del Centro de Investigaciones en Óptica, y de los doctores Antonio Meneses Nava y Jacinto Robles Camacho, del Centro INAH Michoacán.
En cuanto a los 827 elementos lapidarios, los especialistas destacan que la mayor parte de las cuentas de piedra verde corresponden a un mineral llamado amazonita, cuya procedencia aún no se precisa, pero se conocen vetas importantes en la región que hoy ocupa Chihuahua; y a turquesa, en menor medida, pero de gran importancia, la cual probablemente provino de lo que hoy es el suroeste de los Estados Unidos.
También se hicieron análisis de huellas de manufactura, en la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH, conjuntamente con el doctor Emiliano Melgar Tísoc, con los que se determinó que la elaboración de la mayoría de los objetos de concha y lapidaria presenta diferentes procesos, lo que indicaría que fueron hechos en diversos talleres.
Finalmente, el arqueólogo José Luis Punzo Díaz, destacó que Tingambato fue un sitio privilegiado por su ubicación, en la entrada de Tierra Caliente y la sierra fría michoacana, el cual surgió en el año 0 y tuvo una ocupación constante hasta 900 d.C.