Hasta la tierra caliente de Michoacán llegó este viernes el nuncio apostólico Franco Coppola, representante del Vaticano en México, quien ofreció una misa por la paz en el municipio de Aguililla, en recuerdo de las víctimas de esta ola de violencia.
Se trata de la región donde el desplazamiento forzado de familias por amenazas de cárteles han elevado los niveles de violencia. Habitantes y policías han estado en medio de la lucha entre delincuentes que se disputan la región; batalla que ha dejado decenas de muertos.
Desde la cancha de basquetbol de la escuela Josefa Ortiz de Domínguez, en la cabecera municipal, el diplomático ofreció un mensaje de paz, justicia y reconciliación a la población, en el que dijo, las víctimas de la violencia, al igual que los Santos Mártires, siempre serán recordados.
El diplomático representante de la Santa Sede, reconoció el valor de las familias que han sobrevivido a la violencia que azota la región.
“Nadie se acuerda guarda los nombres de la gente que los mató, pero ellos y su memoria quedan con nosotros, son nuestros Santos mártires”.
Franco Coppola, nuncio apostólico.
El mensajero en México del Papa Francisco, señaló que recientemente conoció a profundidad la situación de Aguililla y, tras dialogar con el máximo jerarca de la iglesia católica, decidió visitar la región.
Esta visita, dijo, no debe verse como un desafío, sino un acompañamiento a las víctimas.
“Sé lo que puedo hacer y lo que no puedo hacer. No está al alcance de la iglesia organizar la sociedad para interrumpir esta batalla, esta guerra, nosotros no podemos, no es nuestro meternos en la guerra, pero estamos al lado del campo de batalla para socorrer a los heridos, socorrer a los muertos, a la gente inocente que está implicada en todo esto. Mi visita no viene desafiar a nadie, a regañar a nadie, viene solo a hacer sentir a esta población que la iglesia está cerca, está ahí, está presente, no están solos ni serán abandonados”.
Franco Coppola, nuncio apostólico.
Coppola dijo que una de las razones que lo motivó a este viaje, fue saber que los sacerdotes y religiosas de las comunidades violentadas no han abandonado a los feligreses, por lo que reconoció la valiente labor.