Habitantes de 46 comunidades del municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, resultaron doblemente damnificados.
Primero sufrieron el golpe propinado por la tormenta tropical Max, que causó serios estragos en sus cosechas, caminos y ganado.
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Después, llegó el huracán Otis, que arrasó con todo y dio el “tiro de gracia” a las 600 familias que habitan la zona media y alta de la sierra guerrerense.
“Viene Otis y nos da el jaque mate con las milpas, el ganado y el mango y vuelve a afectar el trayecto que teníamos planeado y en puerta. Las afectaciones más fuertes son en el maíz, la mayoría de agricultores se dedican a maíz criollo, estamos rescatando el maíz criollo, aparte de eso tenemos el mango y aparte el ganado, también nos afectó el ganado”, señala Luciano Dionicio Zamora, comisario de la comunidad del Valle, Atoyac.
Desde el pasado 11 de octubre, los habitantes de estas comunidades están a la espera de que se cuantifiquen los daños que dejó Max.
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No se habían repuesto del primer embate, cuando llegó Otis y los dejó incomunicados.
La necesidad los obligó a salir a pie de sus comunidades y llegar hasta la capital del estado de Guerrero para hacer un llamado a las autoridades y que les brinden apoyos
“Que vea el presidente que estamos en pésimas condiciones, no igual que Acapulco, claro, pero queremos atención inmediata, sufrimos dos fenómenos casi consecutivos, pero no nos ha hecho caso”, abunda Luciano Dionicio Zamora.
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Sumado a las carencias que padecen tras el impacto de ambos fenómenos, ahora también son víctimas del alza de precios de la canasta básica, que representa un grave problema, pues no cuentan con recursos para comprar alimentos.