Investigadores de la UNAM indicaron que las ráfagas de viento registradas recientemente en la Ciudad de México ocasionaron la suspensión y transportación de partículas de polvo de gran tamaño, las cuales impactaron en la calidad del aire.
Dichas ráfagas provocadas por el frente frío número 32 en el territorio nacional han transportado consigo partículas de tamaño grande, denominadas PM10, compuestas por polvo y partículas finas de origen geológico que han tenido repercusión en la mala calidad del aire en la capital, aseguraron científicos del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Agustín García Reynoso, Óscar Peralta Rosales y Alejandro Jaramillo Moreno, expertos del CCA, dejaron en claro que la calidad del aire depende de dos factores: las emisiones vertidas y las condiciones meteorológicas.
De acuerdo con los expertos, la CDMX se beneficia del viento, ya que la capital es un ente emisor de contaminantes, los cuales pueden dispersarse hacia otras regiones con ayuda del viento.
Sin embargo, Oscar Peralta explicó que “lo que ocurrió el pasado 27 de enero, fue que con la influencia de los vientos provenientes del noroeste, causados por el frente frío, la CDMX se convirtió en el punto receptor”.
Las partículas PM10 que circularon durante este episodio de mala calidad del aire, son características de los suelos y generalmente, como son partículas más grandes solo se levantan con una intensidad de viento de más de ocho metros por segundo.
Debido a que la parte meteorológica juega un papel importante dentro del Valle de México, Alejandro Jaramillo indicó que en particular durante el otoño y la primavera se tienen estos frentes que afectan la velocidad de los vientos en la zona.
Según los académicos de la máxima casa de estudios de México, este fenómeno ya se ha experimentado en ocasiones anteriores, en los que hay contingencias con partículas PM2.5, que son de origen antrópico, humano.
“No podemos controlar la meteorología, pero sí nuestra exposición a tolvaneras; el uso de mascarillas puede ayudar a protegernos de partículas grandes, sin olvidar que la calidad del aire es responsabilidad de todos, y por ello hay que ser eficientes en el uso de los recursos”, concluyeron.