Este martes 14 de marzo de 2023 se cumplen 44 años del sismo que dejó una estela de destrucción y conmoción en la Universidad Iberoamericana (Ibero), de la Ciudad de México (CDMX), en ese entonces ubicada en la colonia Campestre Churubusco, en la alcaldía Coyoacán.
Fue en 1979 cuando el movimiento telúrico, de magnitud 7.6, tuvo su epicentro en Petatlán, Guerrero, y aunque no hubo víctimas mortales entre la comunidad universitaria de la IBERO, varios de sus edificios sufrieron daños irreparables.
El daño en la Ibero causado por el sismo
El sismo dejó un saldo de cuatro personas fallecidas, 500 lesionadas y más de 70 edificaciones dañadas. En el caso de la Universidad Iberoamericana, tres edificios, que ocupaban la rectoría, las direcciones de las facultades, las oficinas administrativas, talleres de arquitectura y aulas, fueron destruidos, mientras que otros dos sufrieron daños importantes.
Ante esta situación, el entonces rector de la Ibero, Enrique Portilla Osio, y los directores de los Departamentos de la Universidad Iberoamericana decidieron suspender, por una semana, las labores docentes para hacer frente a la crisis y examinar los ofrecimientos que diferentes instituciones hicieron para continuar con la cátedra habitual.
Cátedras, al aire libre, tras el sismo que afectó las instalaciones de la IBERO
La mayoría de las cátedras se siguieron impartiendo en la propia Universidad Iberoamericana, aunque afuera de los edificios, en los jardines y en las canchas deportivas. Además, se habilitaron instalaciones prefabricadas, conocidas como “gallineros”, donde se impartieron clases durante el verano de ese año, mientras se realizaban las gestiones para adquirir los terrenos, donde hoy se asienta la sede de la Ibero en Santa Fe, en la Ciudad de México.
Gracias al apoyo del Patronato Fomento de Investigación y Cultura Superior A.C. (FICSAC), que desde 1956 ayudó a consolidar la presencia de la Ibero, se adquirieron los terrenos para edificar el complejo universitario, donde se encuentra la Universidad Iberoamericana, en Santa Fe. En la primavera de 1988, abrió las puertas la nueva sede, lo que significó un hito en la historia de esta institución educativa.
A pesar de los desafíos que enfrentó la Ibero en aquellos días de 1979, su comunidad demostró su resiliencia y su compromiso con la educación. Este episodio sigue siendo una muestra de la capacidad de las personas para enfrentar y superar las adversidades.
