Estrella Michelin dispara sus ventas: esperan hasta hora y media para comer en la Taquería “El Califa de León” en CDMX

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La Taquería “El Califa de León”. Foto: AFP

Tras conseguir una estrella Michelin, la taquería “El Califa de León” en CDMX (Ciudad de México) se viralizó y cobró más notoriedad entre la ciudadanía.

Este establecimiento con una historia de 56 años ya es mítico entre vecinos y comensales de la Ribera de San Cosme. La famosa taquería tiene un horario de servicio de 11:00 a 1:00, por lo que puede ser una alternativa para cenar.

Visitantes abarrotan “El Califa de León” en CDMX

Luego de la obtención de una estrella Michelin, visitantes en recientes días han abarrotado el negocio. En videos compartidos se pueden observar las filas. En algunos casos, el tiempo de espera para degustar los famosos tacos es de hasta una hora y media.

El platillo estelar es la “Gaonera”, el cual es un filete de carne servido en tacos. El jugo, sabor y suavidad son estelares.

¿Por qué se llama “El Califa de León”?

El establecimiento hace honor al torero mexicano Rodolfo Gaona, el cual era apodado “El Califa de León”. El plato principal de la taquería es la “Gaonera”, el cual hace referencia a una de las maniobras del “artista”.

Precios de la taquería

Los precios son variados, pero, en general, accesibles para casi todo el público. El menú se compone de:

  • Gaonera: 70 pesos
  • Bistec: 53 pesos
  • Costilla: 82 pesos
  • Chuleta: 82 pesos
  • Recuerda, el pago es en efectivo únicamente

¿Cuál es el secreto?

“¡No hay secreto!”, dice arqueando los ojos Mario Hernández Alonso, dueño de la única taquería en hacerse acreedora a una estrella de la famosa Guía Michelin.

Situada sobre la populosa y comercial avenida de San Cosme, del barrio San Rafael, “El Califa de León” fue fundada hace más de 50 años por la madre y el padre de Alonso.

“Decía mi padre, ‘¿quieres que te diga el secreto de la carne? ¡No hay secreto!”, sólo “cariño y esfuerzo”, añade Alonso, de 66 años, afuera del pequeño local, por momentos con la voz quebrada de la emoción”.

Su padre también le pedía que siempre cuidara “la calidad de los productos, la atención a los clientes y los precios” porque “la vida es una rueda de la fortuna y hay ocasiones que estamos muy arriba y ocasiones en las que estamos muy abajo”.

Adentro apenas caben tres o cuatro personas comiendo paradas, mientras el taquero cocina las carnes sobre la plancha y otra empleada prepara a mano las tortillas de maíz.

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