El cuarto día de vacunación a adultos mayores en la Ciudad de México se realizó sólo 10 unidades distribuidas en tres alcaldías. Otra vez, como al principio, se registraron filas y aglomeraciones.
Bajo el sol y sin sana distancia, transcurrió la mañana en la unidad de vacunación instalada en la preparatoria Josefa Ortiz de Domínguez, en Cuajimalpa; doña Margarita tardó casi 5 horas para lograr la vacuna.
“Llegamos como a las 6:30 de la mañana y apenas venimos saliendo. – A las 11:15 de la mañana”.
María Margarita, adulto mayor.
En las filas de Magdalena Contreras se presentaron todo tipo de documentos para sustituir el INE.
El señor Miguel Ángel mostró pasaporte y hasta las escrituras de su casa, logró ser vacunado.
“En un asalto me la robaron, no la tengo, con el pasaporte y documentación no hubo ningún problema”.
Miguel Ángel, adulto mayor.
Los que se identificaron con comprobante de domicilio sin su nombre, no pasaron. Otros peregrinaron por unidades cerradas y al llegar a una de las cinco disponibles, no tuvieron éxito.
“Hicieron una lista que nos presentaremos hoy ahí en esa escuela, hoy vamos a esa escuela y ya no es centro de vacunación, entonces esto es verdaderamente un relajo por algo que debería ser un derecho”.
Ana, adulto mayor.
En Milpa Alta, hubo solo dos unidades de vacunación. En la secundaria Emiliano Zapata, el avance de la fila fue constante, la voz se corrió y vecinos de otras zonas aprovecharon cada uno, con una historia.
“Soy de aquí, aquí nací en Milpa Alta pero me casé en Xochimilco, como mi hija me trajo para acá me tuvieron que vacunar”.
Eva, adulto mayor.
María Isabel, originbaria de Sonora, también fue vacunada.
“De hecho fue un caso especial, ya que ella se vino para acá con nosotros, ella radica en Sonora”.
Lidia de Lima, familiar de adulto mayor.
Despliegan brigadas para vacunar a domicilio
Desde temprano, también hubo el despliegue de las brigadas de vacunación a domicilio. Marciano, de 83 años, fue el primero en ser vacunado en esta modalidad.
“Muy feliz, muy contenta, porque él ya no se puede mover, ya no podríamos llevarlo”.
Dolores Arcos, esposa de Marciano Vázquez.
La brigada también llegó al domicilio de doña Bernardina, quien no pudo ocultar el miedo al ver la aguja, cerró los ojos y esperó el momento.
Pero no en todos los casos fue tan fácil encontrar a los adultos mayores.