Como cada Año Nuevo, la población de la Ciudad de México (CDMX) hace hasta lo imposible por comprar uvas y poder, así, comer una por una mientras escucha las 12 campanadas que marcan el fin del Año Viejo y dan la bienvenida al nuevo. Además de la locura por comprar las más grandes y sin semillas, este año, en la capital, el kilo de uvas ha alcanzado hasta los 120 pesos.
La costumbre, en la mayoría de las casas mexicanas, dicta para el festejo de Año Nuevo que, por cada uva degustada al ritmo de una campanada que marca el término del Año Viejo, se puede pedir un deseo, que generalmente tiene relación con buenos propósitos para el año venidero; por ello, en cada lugar de la mesa se ponen 12 uvas a cada comensal, y ése es el motivo por el cual las fiestas estén llenas de uvas y deseos.
Los puestos, camiones, tianguis, mercados y tiendas de autoservicio inician la venta de uvas rojas y verdes desde inicios del mes de diciembre y, aunque los precios varían según el sitio donde se adquieran, los costos para los capitalinos han alcanzado hasta los 100 y 120 pesos por kilo.
En los tianguis de la alcaldía Iztapalapa el kilo de uvas se puede encontrar desde los 15 y 25 pesos, no son las uvas más grandes, pero funcionan igual que las más caras para pedir los deseos, con la característica que es mejor comer uvas pequeñas y así lograr terminarlas antes de las doce campanadas.
Sin embargo, en las tiendas de autoservicio y hasta en algunos mercados, dependiendo el tipo de la uva, si es grande, sin semilla y está madura, el kilo de esta fruta ha alcanzado hasta los 120 pesos por kilo, aunque el costo es prácticamente del doble o triple, así son adquiridas también en la CDMX y zonas conurbadas a la capital mexicana.
Las uvas aumentan sus costos especialmente en esta época del año debido a la alta demanda de su consumo para las celebraciones de Año Nuevo, y en los tianguis y mercados, las uvas desplazan a otras frutas.
La realidad es que es difícil comer una uva por cada campanada sin atragantarse o correr el riesgo de ahogo, las campanadas suenan rápido despidiendo al viejo año, mientras en las cabezas de las personas resuenan los 12 deseos, y la condición para que se cumplan es acabar las 12 uvas servidas, una por una con cada campanada que recibe al Año Nuevo.