La Laguna de Bustillos, en Chihuahua, luce un escenario desolador. La sequía extrema y prolongada causó la muerte de por lo menos cien toneladas de peces.
Hoy, los peces yacen en la tierra de lo que fue un cuerpo de agua.
Ubicada a 110 kilómetros de la capital de Chihuahua, al occidente del estado, la laguna llegó a albergar al menos a cinco especies de peces y era lugar de arribo para las aves migratorias. Actualmente, está a punto de desaparecer.
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La mortandad de ejemplares que yacen en las orillas se ha convertido en una preocupación para los habitantes de la comunidad de Favela.
Los fétidos olores llegan hasta la zona habitada y podrían convertirse en un foco de infección.
“Pueden provocar una epidemia, porque el mal olor es tremendo; imagínese el pescado muerto, yo una mañana me levanté y me despertó el mal olor”, señala Elizabeth Dávila, habitante de la comunidad de Favela.
También hay preocupación por el daño ambiental: “Nosotros comíamos de ahí, pero nos dijeron que ya no porque salía mucho malo y pues nos podía enfermar”, destaca Patricia Enríquez, habitante de Favela.
Si las lluvias no llegan pronto, la Laguna de Bustillos desaparecerá en su totalidad.
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Para atender la emergencia, el Gobierno del estado, con apoyo del Municipio y la Sedena, abrieron zanjas para esparcir cal en las zonas en donde se concentran los miles de peces muertos.
“A la fecha se han recolectado 100 toneladas de peces, lo que recomendó la Comisión Estatal de Riesgos, la COESPRIS, es encalar, rociarlos con cal y enterrarlos a un lado, en la zona de la laguna”, detalla Gabriel Valdez, secretario de Desarrollo Urbano y Ecología de Chihuahua.
Además, ya se realizan estudios para descartar que la muerte de los peces sea por algún contaminante. Mientras, la espera de las lluvias es la única esperanza para la región.