En Baja California Sur, osamentas recientemente descubiertas, revelarían detalles sobre cómo nuestros antepasados realizaban sus funerales hace miles de años en la zona Norte de México.
¿De qué va el hallazgo en Baja California Sur?
Este hallazgo en Baja California Sur, se produjo en el sitio del “Conchalito” ubicado en Ensenada de La Paz, el cual corrobora que en esta zona coexistieron por tres milenios guaycuras y pericúes, según lo demuestran los restos materiales de sus diferentes actividades funerarias, de pesca y caza, de manufactura de herramientas, molienda, recolección de moluscos y consumo de alimentos.
El sitio arqueológico posee un valor excepcional, ya que se utilizó como campamento habitacional al aire libre a lo largo de dos grandes épocas: la primera entre 2300 y 1200 a.C., y la segunda entre 1200 a.C. y 1700 d.C., con una fuerte presencia de guaycuras y pericúes, que se extinguieron ante la colonización de su antiguo territorio.
Según el INAH, Los guaycuras y pericúes fueron dos pueblos distintos que coexistieron en el norte de México, en lo que ahora es el estado de Baja California Sur, entre el año 2 mil 300 y el año mil 200 a. C (antes de Cristo). En un principio se supo que estaba en disputa constante, pero elementos parecidos en sus usos y costumbres mostraron empatía y reconocimiento.
Ambas culturas tenían rasgos distintivos distintos entre sí, como lo eran sus actividades funerarias, la manufactura de herramientas, la molienda de especias y cereales, así como la caza y pesca.
¿Cómo serían funerales hace miles de años tras hallazgo en Baja California Sur?
Las investigaciones revelaron que los antiguos pobladores hacían uso de moluscos para incluirlos en las sepulturas, cosa que antes del hallazgo no se conocía.
“De los cuatro entierros registrados en los últimos meses, sólo dos se encuentran en el estado de conservación apropiado para brindar mayor información y datos inéditos. Por su parte, el denominado Entierro 1 es el que mejor estado conserva, el cual fue hallado al excavar un pozo de 5 por 5 metros entre 80 y 100 centímetros de profundidad. Los restos fueron encontrados en una fosa la cual contaba con una base de cenizas y un depósito de moluscos; se cree que son de la especie Pinna rugosa.”
Entierros en fosas más grandes
Según el INAH, el cuerpo fue colocado boca arriba con la cabeza girada a la derecha. Del mismo modo, señalaron que el cadáver fue puesto de manera semiextendida, pues los brazos se encontraban levemente levantados y las piernas un poco flexionadas a la altura de las rodillas.
Esta información permitió confirmar que en dichas culturas se realizaban entierros en fosas más grandes que el cuerpo, pues se creía que los cadáveres eran depositados en fosas de tamaño limitado para introducir un cuerpo amortajado.
“La fosa era bastante irregular en sus paredes laterales, pues mantener la verticalidad no era necesario, ya que las paredes eran derrumbadas, en concordancia con la manipulación post mortem del cadáver, cuando era amortajado, provocando la contracción del cuerpo inerte”.
INAH
Además, en los funerales, se acostumbraba, dentro de una fosa, hacer una especie de cama con una base de ceniza y un depósito de moluscos asociados, entre los que destaca la especie Pinna rugosa.
Uno de los esqueletos hallados se encuentra completo en un 95%, sería una mujer de 21 a 25 años y es el que le ha dado más respuestas a los investigadores, quienes aseguran, que cambia todo lo conocido, sobre estos rituales al norte de México, donde el uso de moluscos era algo natural a diferencia de otras zonas de México en los funerales hace miles de años.