Los astrónomos descubrieron hace poco que un asteroide del tamaño de una piscina olímpica podía chocar con la Tierra en 2046, pero la probabilidad de una colisión, muy baja, se redujo aún más, se informó el martes. El asteroide, bautizado “2023 DW”, mide 50 metros de diámetro y fue detectado por primera vez el 26 de febrero por un observatorio chileno.
Las agencias espaciales estadounidense (NASA) y europea (ESA) lo clasificaron a la cabeza de los objetos considerados potencialmente peligrosos, ya que su teórica trayectoria pasaba lo suficientemente cerca del planeta.
Los cálculos anticipaban que la colisión se produciría el 14 de febrero de 2046, el día de San Valentín. Los diarios incluso abrieron con la noticia y aconsejaron a los enamorados que anulasen todos sus proyectos.
A finales de febrero se estimó en la probabilidad de choque en una entre 847. Cálculos posteriores de la trayectoria había elevado el domingo el riesgo a 1 posibilidad entre 432, pero observaciones y analisis mas detallados de su órbita fijaron este martes la probabilidad de impacto en 1 entre 1,584, señaló Richard Moissl, jefe de la oficina de defensa planetaria de la ESA.
Una probabilidad que se reducirá “con cada observación, hasta llegar a cero en algunos días a más tardar”, añadió.
Su homólogo en la NASA, Lindley Johnson, insistió en que “en este momento, nadie debería de preocuparse”.
Según él, es bastante frecuente que las previsiones de colisión aumenten en los días posteriores al que se descubre un nuevo asteroide.
¿Y si el asteroide chocara? La NASA responde
Pero ¿qué pasaría si 2023 DW chocara finalmente con la Tierra?
La extensión de los daños dependería de la composición del cuerpo celeste, subrayan los expertos.
Si está formado por un conjunto de escombros, el escenario que podría producirse se parecería al del “bólido de Tunguska” en Siberia en 1908.
Ese año tuvo lugar una gran explosión atribuida a la caída de un asteroide, recuerda Davide Farnocchia, científico del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA.
El objeto celeste, del mismo tamaño que 2023 DW, habría explotado en la atmósfera, aplastando árboles sobre una superficie poco poblada de unos 2 mil km2.
Pero el asteroide también podría ser un “trozo de hierro sólido”, como el que creó el enorme cráter de Barringer en Arizona hace 50 mil años, según Richard Moissl.
En ambos casos, debido a su talla, el asteroide sólo provocaría “daños localizados”, sin impacto para el resto del planeta, asegura el experto.
Si llegara a chocar con el planeta en 2046, su velocidad sería de 15 km por segundo, es decir 54.000 km/h, según los cálculos.
Habría un 70% de probabilidades que cayese en el océano Pacífico, pero también podría impactar en Estados Unidos, Australia o Asia del Sureste.
Los expertos subrayan no obstante que es posible protegerse ante tal amenaza. El año pasado, en el primer ensayo de defensa planetaria, la sonda estadounidense DART chocó deliberadamente contra el asteroide Dimorphos, a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra, y logró desviar su trayectoria.
“La misión DART nos asegura que tal misión sería exitosa”, insiste Davide Farnocchia. Hay “tiempo de sobra” para prepararse, concretamente 23 años, concluye Moissl.