Pueden hacerse daño: alertan por niños que imitan series como “El juego del calamar”
La Fundación ANAR ha expresado su preocupación por la “alarma social” provocada por la imitación de conductas violentas de la serie El Juego del Calamar entre menores de edad. La organización ha alertado sobre los peligros que implica la réplica de los retos y comportamientos violentos que aparecen en la serie.
ANAR destacó en un comunicado, recogido por Europa Press, que la serie, disponible en una plataforma de streaming, presenta “conductas violentas y arriesgadas” que pueden poner en peligro la vida de quienes intenten imitarlas.
Aunque la trama no está dirigida a un público infantil, los menores, en su mayoría adolescentes, se han sentido atraídos por su contenido, lo que ha generado preocupaciones sobre la posibilidad de que imiten los peligrosos retos que se muestran.
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Menores buscan replicar el contenido de “El juego del Calamar”
Según ANAR, el principal riesgo es que muchos menores no comprenden que la serie es una ficción y, por lo tanto, pueden intentar replicar las conductas violentas en la vida real. “Cuando este tipo de contenidos llegan a los más pequeños, se está produciendo una auténtica alarma social”, alertó Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación ANAR.
Los adolescentes, en particular, son vulnerables debido a su búsqueda de sensaciones nuevas y la tendencia a realizar conductas arriesgadas.
La influencia de la serie podría llevarles a poner en peligro su vida, ya que los jóvenes se encuentran en una etapa de desarrollo emocional y psicológico donde experimentan con comportamientos peligrosos.
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Padres y educadores pueden evitar conductas violentas
Para mitigar los riesgos, ANAR ha publicado un decálogo de recomendaciones para padres y madres. Entre ellas se destaca la necesidad de supervisar el contenido que consumen los menores y ver las series junto a ellos para evitar la normalización de la violencia. La organización también aconseja fomentar el pensamiento crítico y enseñar a los niños a resistir la presión social.
ANAR subraya que cualquier menor podría verse afectado, pero los más vulnerables son aquellos con antecedentes de problemas psicológicos, como ansiedad o depresión, así como los adolescentes muy activos en el mundo digital o aquellos con una personalidad impulsiva